Alonso Ancira lleva años queriendo regresar a su empresa Alto Hornos de México (AHMSA) a cotizar a la Bolsa, pero ahora tiene mayor premura. Como muchos otros empresarios ligados al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, quiere blindar lo más posible sus inversiones en el país ante la posible llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en 2018, y una forma de hacerlo es vender parte de la empresa a inversionistas institucionales en México y el extranjero; compartir el riesgo y obtener liquidez para su expansión internacional y quizá también para enviar algo de dinero al extranjero, dependiendo de cómo vayan cerrándose las preferencias electorales.

El martes, AHMSA comunicó a sus inversionistas que contrató a Actinver Casa de Bolsa para que lo asesore en su regreso al mercado de valores, donde dejó de cotizar en marzo de 1999 tras declararse en bancarrota. Ancira ha dicho que quiere entrar a nuevos negocios, como el petrolero. También quiere diversificarse: aumentar la exportación de acero y enfocarse a productos de mayor valor agregado. Para esto necesita dinero, y una oferta pública de acciones es la vía para lograrlo.

El primer paso firme en esta dirección lo dio en mayo del año pasado, cuando logró, después de casi 17 años, levantar la suspensión de pagos con sus acreedores y tenedores de pagarés. El llamado Rey del Acero negoció un plan de pago por el total de su deuda (mil 700 millones de dólares), mismos que prevé liquidar en un plazo de tres años. Esta es otra de las necesidades de capital que tiene Ancira y por la cual también busca tener acceso al mercado de capitales.

Fue en mayo de 1999 cuando AHMSA se acogió a la Ley de Quiebra y Suspensión de Pagos, tras una fuerte caída del precio del acero que afectó su flujo de efectivo. Dicha ley le permitió seguir operando y evitar la quiebra y liquidación de activos. También la protegió contra sus acreedores, al librarla del pago de intereses acumulados y mantener la deuda al tipo de cambio de ese entonces.

Ancira logró mantener la operación de AHMSA, aun durante su exilio en Israel —donde también se hizo de una mina de cobre—, y en julio de 2013 puso en marcha su proyecto insignia: la siderúrgica El Fénix, en Coahuila, que le dio la oportunidad de regresar a las grandes ligas de los negocios en México de la mano de quien considera su amigo: el presidente Enrique Peña Nieto.

“Sin la ayuda del gobierno actual, AHMSA no habría podido salir adelante”, me dijo uno de los industriales acereros, quien conoce bien a Alonso Ancira. “Fíjate cuántos contratos tiene con Pemex, con CFE y otras dependencias como la Secretaría de Marina y la Sedena”, agregó.

Una de las primeras acciones de la administración del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, fue firmar con Ancira, en su calidad de presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero, un convenio de colaboración para incluir contenido nacional en los bienes y servicios adquiridos por la empresa productiva del Estado.

No obstante, la relación Lozoya-Ancira más cuestionada fue la compra que hizo Pemex en diciembre de 2013 de una planta de fertilizantes a AHMSA por 275 millones de dólares, más 200 millones para su rehabilitación, toda vez que ésta tenía 14 años sin operar.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) expuso que la operación se hizo con un sobreprecio y no cumplió las premisas bajo las cuales se autorizó. Entre las anomalías encontradas están que el avalúo de los activos se estimó como si se tratara de un “negocio en marcha”, no obstante que la planta estaba inactiva desde 1999. Esta omisión ocasionó que un año después de la adquisición, 60% de los bienes tuvieran que ser desechados.

Según la ASF, AHMSA no aceptó realizar pruebas o estudios de integridad mecánica de los equipos antes de su venta, “en virtud de que podía perder sus garantías, sin tener la certeza de que Pemex los iba a adquirir”. El resultado de todas estas omisiones fue que el proyecto ya no costaría 475 millones de dólares, sino 760 millones.

Lo peor de todo es que la planta no ha entrado en operación, a pesar de que en el proyecto inicial se estimó que una de las productoras de urea arrancaría en noviembre de 2015 y la otra en abril de 2016. Ahora, la nueva administración de Pemex, al mando de José Antonio González Anaya, está analizando qué hacer con ellas.

Esta operación y otras que hizo AHMSA durante la presente administración federal podrían estar en riesgo si llega AMLO a la Presidencia de la República.

Por eso Ancira quiere blindarse.


@MarioMal
 mario.maldonado.padilla@gmail.com

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