Cuando salió de Pemex, en febrero de 2016, la primera oferta que le hizo el presidente Enrique Peña Nieto a Emilio Lozoya fue la dirección del Infonavit, pero la rechazó. Quería alejarse un tiempo de la política. Regresar a administrar fondos de capital privado. Pasar más tiempo con su familia. Todo iba bien hasta que en las investigaciones de corrupción de Odebrecht comenzó a mencionarse a México y particularmente a la administración que encabezó en Pemex.

Los asesores de comunicación de Emilio Lozoya, entre ellos Ignacio Durán, quien fue su vocero en Pemex, le sugirieron desde un inicio acercarse a la prensa y tratar de ‘aclarar’ todo. Al fin y al cabo, las buenas relaciones del ex director de Pemex con algunos empresarios de medios eran tan estrechas que sólo tenía que preocuparse por algunos. Pero la estrategia ha sido poco eficaz, debido a la avalancha de información negativa que ha surgido en torno a Lozoya y su círculo más cercano, quienes, al contrario, han optado por quedarse 'mudos'.

Hoy, por ejemplo, no se sabe si Froylán Gracia, Carlos Roa, Rodrigo Arteaga, Arturo Enríquez, Miguel Tame, Alejandro Martínez Sibaja y Arturo Henríquez Autrey, directivos del primer círculo de Lozoya en Pemex, están en México o en el extranjero. Si andan libremente por la calle o si se están escondiendo. Si están siendo investigados judicialmente o están protegidos. Lo único que se sabe es que algunos han recibido amenazas anónimas, relacionadas con los negocios que hicieron en Pemex.

Emilio Lozoya, describen sus cercanos, está nervioso por la cantidad de información que se ha filtrado sobre él y su círculo de confianza en Pemex. Cree, incluso, que hay alguien que puede estar orquestando una campaña en su contra. —¿Quién podría estar detrás de una campaña así?, le pregunté a finales de febrero. — Tal vez personas cuyos intereses afectamos por los cambios que hicimos en Pemex, respondió.

Lo cierto es que mucha de la información que se ha filtrado sobre el accionar de Lozoya y su círculo cercano de amigos y colaboradores ha sido aportada por gente que trabajó con él y por empresarios que trataron con Pemex durante su administración. Algunos describen con lujo de detalle las reuniones con el ex director de la empresa productiva del Estado y el poder con el que se conducía él y uno de sus amigos más incondicionales: Froylán Gracia García.

Cuando había reuniones a las que Lozoya no podría asistir, casi siempre enviaba a su mano derecha Froylán Gracia, quien disfrutaba, entre muchas otras cosas propias de millonarios, romper el aire a bordo de los helicópteros y aviones de Pemex. Gracia, según publicó el columnista Raymundo Riva Palacio, era el encargado de seducir a políticos y empresarios con fiestas ‘espectaculares’ en una casa de la colonia Anzures de la Ciudad de México. En dicho inmueble también se habría celebrado la llegada de Enrique Ochoa, amigo cercano de Emilio Lozoya, a la presidencia del PRI, según una persona que estuvo presente.

Lozoya, quien como se ha publicado anteriormente en esta columna, se deslinda a título personal de todas las acusaciones de corrupción, sobornos, excesos y negocios oscuros en Pemex. Sin embargo, el flujo de información sobre el caso de Odebrecht, las compras de aviones y otros activos que hizo durante su administración lo ponen recurrentemente en el ojo del huracán.

Llama la atención, empero, que sus allegados, por quienes el ex director general de Pemex no ha metido las manos al fuego públicamente, hayan decido mantenerse en silencio pese a que sus nombres han sido expuestos en los medios de comunicación.

Las respuestas deberán llegar pronto, antes de que el caso se convierta en uno irreversible para el presidente Enrique Peña Nieto.

@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com

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