Cuando Fernando Chico Pardo no está en un avión, un aeropuerto o una terminal marítima, suele estar en su despacho de Santa Fe, en la Ciudad de México, fumando un puro, revisando propuestas de inversión y trazando sus próximas estrategias de negocio en un pizarrón blanco que tiene colgado en su oficina.

El accionista mayoritario del Grupo Aeroportuario del Sureste (Asur) —que opera y administra una de las redes de aeropuertos más grandes y rentables del país— y presidente del fondo de inversión Promecap, se ha convertido en uno de los inversionistas con mejor olfato para los negocios; una suerte de George Soros o Warren Buffett mexicano, al que algunas de las familias más ricas de México, como los Hank, han bloqueado para evitar que se quede con parte de sus empresas, como fue el caso de la productora de tortilla y harina de maíz Gruma.

Este inversionista, quien como Carlos Slim —su amigo y ex socio— apuesta a sectores con gran potencial de crecimiento y se hace de acciones o empresas en crisis, acaba de desempolvar un análisis de los aeropuertos que opera el gobierno federal, a propósito de las declaraciones que hicieron a finales del año pasado funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sobre la privatización de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA).

ASA, dirigido por Alfonso Sarabia de la Garza, opera 18 aeropuertos en el país y desde hace al menos 15 años ha explorado la manera de privatizarlos, debido a que no cuenta con la infraestructura ni los recursos suficientes para atraer a aerolíneas y pasajeros, razón por la que la mayoría opera en números rojos.

Sin embargo, el plan de la SCT, a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, parece estar tomando forma y pronto podría anunciarse el esquema mediante el cual se van a escindir dichos activos, así como las reglas para ser concesionados a grupos privados. Todo ello, en el contexto de los recortes al presupuesto y la necesidad del gobierno de obtener recursos para terminar obras pendientes.

En algún momento, los tres grandes controladores de aeropuertos en el país: Asur, GAP y OMA han mostrado interés por algunos de estos activos, pero el que tiene mayor oportunidad es el grupo que preside Fernando Chico Pardo, no sólo porque opera Cancún, la joya de la corona del turismo en México, y porque su perfil financiero se lo permite, sino porque algunos de ellos están en su zona de influencia, tales como Campeche, Ciudad del Carmen y Chetumal.

No obstante, de acuerdo con Chico Pardo tampoco debería haber impedimentos si quisiera expandir su grupo a otras regiones del país. El resto de los aeropuertos de la red de ASA son Ciudad Obregón, Ciudad Victoria, Colima, Guaymas, Loreto, Matamoros, Nogales, Nuevo Laredo, Poza Rica, Puebla, Puerto Escondido, Tamuín, Tehuacán, Tepic y Uruapan; mientras que en sociedad participa en los aeropuertos de Querétaro, Toluca, Cuernavaca, Tuxtla Gutiérrez y Palenque.

El año pasado, el presidente de Asur, a quien Forbes le calcula una fortuna de más de 600 millones de dólares, analizó comprar la participación de ICA en el Grupo Aeroportuario Centro-Norte (OMA), pero la directora de la constructora mexicana, Guadalupe Phillips, decidió cerrarle el paso.

Chico Pardo reconoce que si bien la concesión de más aeropuertos por parte de su grupo podría enfrentar resistencias de la Comisión Federal de Competencia Económica, la adquisición de un participación en otros operadores aeroportuarios no lo haría dominante.

Otro tema relevante para este empresario de cielos y mares (pues también es accionista de 49% de Carrix, la mayor firma privada de terminales portuarias y marinas que en México opera a través de SSA Marine), es la poco probable reactivación del proyecto del aeropuerto de la Rivera Maya que impulsó el presidente Felipe Calderón, pero que no progresó por presiones sociales, medioambientales, políticas y de empresarios como Chico Pardo.

En noviembre del año pasado, los analistas de Citi preguntaron al respecto a funcionarios de la SCT y si bien no hablaron sobre algún plan concreto, tampoco descartaron que ese proyecto pudiera revivir, aunque a las alturas de la administración actual es prácticamente imposible.

Además, Asur se ha encargado de hacer verdaderamente inviable un nuevo aeropuerto en la zona, tras las inversiones de más de mil millones de dólares que ha destinado a la ampliación de Cancún, donde recién se concluyó la Terminal 3 y dio inicio la construcción de la Terminal 4, con lo que en 2017 tendrá capacidad para recibir a 30 millones pasajeros.

Al tiempo que delinea la estrategia para fortalecer aún más su presencia en el negocio de aeropuertos, Chico Pardo se alía con Pemex para desarrollar infraestructura en el puerto de Tuxpan, invierte en firmas de desechos ambientales e intenta comprar empresas petroleras devaluadas, como Pacific Exploration & Production.

Posdata. Este lunes las acciones de Asur subieron más de 5% en la Bolsa Mexicana de Valores. Se cotizaron en 342 pesos, un máximo histórico. Ya se acerca la Semana Santa.

Twitter: @MarioMal

Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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