Era el 15 de mayo de hace un par de meses, el padre José Miguel Machorro ofrecía una misa en la Catedral Metropolitana cuando, en plena ceremonia, de la nada, Juan René Silva Martínez, un joven de 26 años de edad, le asestó varias puñaladas que casi terminan con su vida.

El muchacho fue detenido y se acreditó, falsamente, como un ciudadano francés aunque al final resultó mexicano y con padecimientos de sus facultades mentales, desde entonces se encuentra detenido en el Centro Varonil de Readaptación Psicosocial, una institución especial para enfermos mentales con conductas criminales.

En los días previos se habían registrado atentados similares en Europa, siempre bajo la firma del Estado Islámico.

Con todo y el evidente desequilibrio del tipo, que incluso pedía hablar con Peña Nieto, poco se sabe del trasfondo que lo orilló a cometer una agresión de esta naturaleza. ¿Alguna influencia de radicalismo religioso?, ¿trastornos por los videojuegos?, ¿maltrato o abuso familiar?

Sin embargo, éste no es un caso aislado de ataques a la Iglesia, el Centro Católico Multimedial reporta a México como el país más peligroso del mundo para ejercer el sacerdocio, desde 1990 señalan que se han cometido 66 atentados contra miembros de la Iglesia, dejando un saldo de 59 religiosos muertos.

La bomba que estalló la madrugada del martes en la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha sido reivindicada por el Comando Feminista Informal de Acción Antiautoritaria como un mensaje de odio a la Iglesia y en vendetta, dicen, por los niños abusados sexualmente a manos de curas pederastas. Este grupo de tendencias anarquistas es el mismo que, en abril, detonó un artefacto similar en la sede de Exxon de la capital, y que en 2015 atacó, de la misma forma, una iglesia ubicada en la avenida Fray Servando.

Hace unos días, el 14 de julio, el jardinero de una iglesia en la Delegación Gustavo A. Madero recogió una caja metálica de galletas con la leyenda “Para la Casa del Señor con todo mi corazón” y, una vez levantada, la caja le explotó en las manos causándole heridas relativamente serias.

Por otro lado, el 3 de julio, hombres armados ingresaron a la Parroquia Llagas de Nuestro Señor Jesucristo en Iztacalco, por una “confusión” estuvieron a punto de asesinar al padre Juan Botello Barrios, aunque el móvil real no queda aún claro.

Sacerdotes de todo el país refieren que constantemente sufren extorsiones del narcotráfico local, aunque también hay sospechas fundadas de algunos casos en donde los mismos religiosos participan brindando cierta protección o favores a los delincuentes a cambio de dinero.

Como sea, resultará muy complicado poder creer que los últimos ataques a la Iglesia, incluídos los 18 sacerdotes asesinados en el sexenio, son simplemente “hechos aislados”, como si algo nos faltara además del narco, parece que los grupos con tendencia anarco-terrorista están creciendo con gran fuerza en el país.

Empiezan con bombitas... ¿y luego?


DE COLOFÓN.— El gobernador estaba muy preocupado por el Paso Exprés… pero por el nombre, su única advertencia fue pedir que lo bautizaran como “Vía Exprés Tlahuica”. Vivales, les dicen.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses