Pensemos en otro idioma, lejos de nuestra cultura, de nuestra animadversión, de nuestros miedos y de nuestras inclinaciones, pensemos, sólo por un momento, no como latinos, ni mexicanos, ni políticamente correctos, ni linchadores del discurso xenófobo… Pensemos como si fuéramos gringos de toda la vida, gringos de una gran mayoría, gringos que no saben que Belice, Guatemala, Panamá o Colombia ya no son parte de México, pensemos como si el mariachi, los sopes (que no los tacos), Juan Gabriel, los Aztecas y el soccer nos fueran completamente ajenos, indiferentes… Pensemos como si nos gustara Donald Trump.

En el debate del domingo Trump no nos estaba hablando a nosotros, ni a sus detractores, ni a sus recién indignados compañeros de partido que se han bajado recién (poco tarde, ¿no?) de su locomotora para volver a hacer a “América grande de nuevo”, el magnate es una estrella de la televisión y para ello, dicen los que saben del carisma, hay un secreto: uno tiene que visualizar a su público, hay que entenderlo para fundirse en él, ser un espejo de lo que sus seguidores quieren ser, convertirse en un ejemplo, en un ídolo, en el fraseo de sus ideas, en el aterrizaje de sus anhelos y Trump lo ha logrado y lo ha hecho muy bien.

Bajar los impuestos, ¿cómo?, ¿poniendo en riesgo la economía?, ¿con demagogia?, ¿sin un plan concreto?, ¡No importa!, It’s gonna be beautiful!... Acabar con el terrorismo, ¿cómo?, ¿atacando Siria a riesgo de una crisis mundial?, ¿sometiendo a Corea del Norte?, ¿poniendo una visa especial para los musulmanes a riesgo de ser tachado de xenófobo por el mundo?, ¡No importa!, It’s gonna be beautiful!... El muro it’s gonna be beautiful!... Regresar los empleos it’s gonna be beautiful!... Trump it’s gonna be beautiful!

Nada importa salvo la ilusión, salvo el discurso de los países que le robaron los empleos a Estados Unidos por la culpa de políticos arcaicos y mentirosos, que no hacen nada, que repiten lo mismo y que se encarnan todos, en el discurso de Trump, en una mujer: Hillary Clinton, a quien mira de soslayo, a quien desprecia así como una buena parte de los norteamericanos desprecian a toda la clase política y a la que amenaza con la cárcel: ¡Sed de venganza!, otro punto para el carisma que le profesa su público.

Donald Trump dice que puede acostarse con la mujer que le plazca porque es famoso, su debilidad, misógina, machista, cerda y ruin se vuelve al mismo tiempo un arma poderosa entre el gringo que consume en los medios sexo barato en cantidades industriales, ¿o vamos a decir que el país que impone la talla cero al planeta es también el país de la equidad de género? La respuesta fue magistral (insisto, para su público): Yo digo cosas feas de las mujeres pero Bill Clinton las viola… (la expresión facial del ex presidente vale para la posteridad).

Votar por Trump (o decir que se votará por él) es políticamente incorrecto, tal vez de ahí se deriva el resultado de las últimas encuestas, porque al final Trump es también el antisistema, el antivalores, sin embargo, en el encuentro solitario del elector con la boleta quizá haya más gente de la que pensamos que le dará su apoyo, porque en el fondo muchos, muchos más de los que pensamos, tienen un pequeño Trump en su ideario.

No creo que gane, pero tampoco saldrá derrotado, al final Trump no importa, sino los millones de sus seguidores que han despertado y que no estarán conformes luego de la derrota, a final de cuentas, después del resultado de noviembre sólo faltarán cuatro años para una nueva elección.

DE COLOFÓN. JVM, out! En la elección del candidato oficialista para el Edomex se verá qué tan cerca está el gobernador del corazón de Los Pinos.

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