“Es que tengo doble nudo”, dice el ministro Luis María Aguilar, sonriente (me atrevo a decir que hasta divertido) al explicar por qué le cuesta trabajo quitarse los zapatos… aunque finalmente lo hace para posar, en la oficina de Roberto Gil Zuarth, presidente del Senado. El ministro, senadores y activistas se retrataron usando calcetines de muchos colores ayer.

A su lado, también Gil Zuarth anda descalzo. Y la senadora Mariana Gómez del Campo, con calcetines con toques fosforescentes (ella fue la que realmente organizó el borlote). Al enterarse de la visita del presidente de la Corte al Senado, Emilio Gamboa llega a saludar con un grupo de senadores priístas. También le pedimos que se quite los zapatos y se ponga las calcetas coloridas.

Gamboa acepta pero se inconforma primero, alzando las calcetas que le pasan. Son azules.

—¿Qué? ¿No tienen rojas?— pregunta. Pero sonríe junto a Aguilar, Gil Zuarth y también la actriz Leticia Calderón.

¿Qué por qué calcetas coloridas? Son parte de la campaña “Diferentes pero iguales” para festejar el Día Mundial de las personas con Síndrome de Down que se conmemora el 21 de marzo, pero que se adelantó ayer con un desayuno, esta sesión de fotos y una exposición de pinturas hechas por jóvenes de la Fundación Arte Down México de Arturo Kemchs.

También por eso el edificio del Senado por estos días aparece de muchos colores.

Del Campo anunció que, además de lo dicho ayer, el Senado pedirá al Presidente una serie de datos: como que sepamos en realidad cuántas personas con discapacidad hay en el país para trazar políticas públicas reales y un verdadero programa de inclusión educativa en la SEP. Gil Zuarth resumió que los retos del Estado son básicamente dos: inclusión efectiva y plena accesibilidad.

Yo añadiría que también hay que exigir que ya se nombre a alguien, de buen perfil, al frente del Consejo Nacional para las personas con discapacidad, Conadis, acéfalo desde diciembre. Que se instale el sistema nacional de atención a las personas con discapacidad, pendiente desde 2011. Y bueno, que no estaría mal que el equipo del Presidente revisara los compromisos firmados en campaña con el sector. Esos que decía que firmaba y cumplía… y no lo ha hecho.

Ayer me reuní con Juan M. Dabdoub Giacomán, presidente del Consejo Mexicano de la Familia, quien logró en 4 meses recopilar más de 250 mil firmas para que sea la primera iniciativa ciudadana en discutirse: una reforma al Artículo 4° Constitucional; quieren que se reconozca a “la familia” sólo como la integrada por un hombre y una mujer. Es interesante saber que la mayoría de las firmas vienen de estados como Jalisco, Querétaro y Aguascalientes. Que muchas de ellas son de mujeres.

Asegura que no usaron dinero para promocionar la firma, que todo se dio de boca en boca, mucho a través de redes sociales como Facebook, que siempre pone el siguiente hashtag: #PeticiónHistórica. Sin duda lo es. Qué lastima, pienso, que no fue la primera la #Ley3de3, que también ya juntó el número de firmas necesario para que el INE las revise y de ser verificadas, se discuta en el Senado.

Dabdoub me da su tarjeta. Hay una de frase hasta abajo: “Por la familia, elemento natural y fundamental de la sociedad”. Dabdoub me explica que es muy importante la palabra “natural”: los hijos sólo nacen del encuentro de un hombre con una mujer; todo lo demás, para él está mal. No sólo es antinatural, sino que es producto de una enfermedad personal —como el homosexualismo— o social: al no poner a la familia en el centro de la discusión pública caemos en un estado de “descomposición avanzado”.

Lo escucho. Pregunto y repregunto. Apunto. Es mi deber escuchar por eso acepté, con gusto, la reunión. Quedó en mandarme documentos científicos que, asegura, prueban sus dichos. Los leeré, aunque dudo que cambien mi opinión al respecto. Creo en el derecho de las personas del mismo sexo a formar una familia, a tener hijos o adoptarlos. Creo en la no discriminación.

Pero Dabdoub me insiste en que pongamos ese tema en corchetes… aunque acepta que se tendrá que discutir. La verdadera crítica y lo que lo impulsó a crear la iniciativa es que hay que poner a la familia en el centro de la discusión e incluso pedir que toda ley que pase tenga algo así como una “manifestación del impacto ambiental”, pero sobre cómo afecta a la familia. Eso, dice él, es lo más importante.

Le digo que entonces retire la discusión sobre matrimonio gay: que nos centremos en el apoyo a las familias. En plural.

A su lado, Pablo Mier y Terán, quien nos contactó, se ríe.

No lo harán. Soy clara que no puedo apoyar una iniciativa así. Pero agradezco la conversación.

Por cierto, me adelantan un boletín que sacarán mañana: en el critican que México no haya suscrito la resolución 29/22 del año pasado con respecto a la familia. También que pese a que propusieron a Presidencia la creación del “Día Nacional de la Solidaridad y lucha contra la pobreza” y no les hayan respondido. También acusan como un “engaño del gobierno” la campaña de los 70 de “La familia pequeña vive mejor” que prometió menos pobreza si se tenían menos hijos y no ha tenido resultados.

Citan la serie de terribles “primeros lugares” en los que México ha caído y que ellos atribuyen a que no se defiende a “la familia”: impunidad, corrupción, pornografía infantil, tráfico sexual de niños, desaparición de mujeres para prostituirlas, bajo rendimiento escolar, embarazos adolescentes, acoso escolar.

Ayer leía en una nota de Independent que también tenemos otro terrible primer lugar. De acuerdo a la encuesta realizada en 33 países por Ipsos Mori llamada “Los peligros de la percepción”, México ganó como el país más “ignorante” seguido de India y Brasil. Se refiere a que no conocemos, como mexicanos los datos básicos sobre temas como inequidad, migración y obesidad, entre otros.

Me enteré el lunes por la noche de la muerte de la senadora Mónica Arriola y lo lamenté muchísimo. Recordé la única vez que me reuní con ella en persona, para comer. Llegó con un libro bajo el brazo para regalármelo: “Simplemente Luz”, de Karen Berg, una conocida maestra de kabbalah. Ella misma era estudiante de kabbalah, una creyente. Su escueta biografía de Twitter, que busqué ayer, lo reafirma: “Busco la experiencia de la sabiduría, más allá del discurso racional. Creyente indiscutible de la existencia de Dios”. Luego un símbolo sánscrito नमस्ते que significa “Namasté”, una suerte de saludo que reconoce la divinidad en el otro al mismo tiempo que en uno mismo. (Algo así).

Ella era secretaria general de Nueva Alianza, todavía no era senadora.

En esa ocasión, más que hablar de política, charlamos sobre cómo su enfermedad --cáncer de mama, que superó, antes de que regresara -- le había ayudado a tener esta visión de la vida.

Desde aquí un abrazo a sus hijos, Othón, Emiliano y Regina; a su hermana, Maricruz Montelongo y a sus sobrinos. También a su madre, Elba Esther Gordillo.

En lo que va de esta legislatura, en el Senado, han muerto ya cinco integrantes: Alonso Lujambio, Manuel Camacho Solis, Braulio Fernández Aguirre, Luciano Borreguín González (suplente de Raúl Morón Orozco), y ahora Mónica Arriola.

Ellos lo dijeron:

--No he fumado marihuana, ni sé darle el golpe: Miguel Ángel Osorio Chong.

--Ya estamos hasta la madre; necesitamos poner un alto a este tipo de problemas. Somos gente de trabajo, no sé qué tiene que pasar para que alguien haga algo...mi hijo fue un héroe, salvó mi vida y la de su hermano: José Carlos Hernández Marín, papá de Carlos Fernández Hernández Domínguez, quien fue asesinado al impedir que secuestraran a su papá. Su féretro fue llevado al Palacio de Gobierno, en protesta al gobernador Javier Duarte.

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