Estamos a 8 días de que se cumpla un aniversario de Ayotzinapa; crimen que, nadie lo duda, ha cimbrado al país. Yo sé que es vital saber qué sucedió ahí ese día, pero, ¿quién está trabajando en las causas para evitar que socialmente pueda volver a suceder algo así? Y otra: ahora que sabemos que es altamente probable —dice la Universidad de Innsbruck— que Jhosivani Guerrero de la Cruz murió (vía estudios de ADN mitocondrial entregados por esa universidad), ¿quién está preparando a los familiares de estos 43 jóvenes a procesar su duelo? Será difícil: necesitarán alguna prueba, un resto, aunque sea mínimo para hacerlo en su momento.

Hay que tener claro de dónde venían los jóvenes: de la Normal “Isidro Burgos”. Sus padres lo han dicho en repetidas ocasiones: para ellos tener la profesión de maestros, para lo que estudiaban, representaba, casi, la única salida en su región frente a otras alternativas no legales. ¿No habría que hacer algo —en esta zona, sí, en muchas otras, también— para evitar que esto siga sucediendo?

Hay además un caldo de cultivo en Ayotzinapa. Así, sin ponerle adjetivos. Hay que reconocerlo. ¿De qué manera el gobierno federal y estatal pueden mejorarlo? No se trata de “comprar” a familiares como burdamente algunos piensan; sino de pagar la deuda histórica. Comenzar, al menos, con Ayotzinapa.

Ahora, sobre los restos. Arely Gómez en su confusamente puntual rueda de prensa del 16 de septiembre dio a conocer que se creará un grupo de trabajo con especialistas médicos, antropólogos y genetistas (también abierto al Equipo Argentino de Antropología Forense) y al GIEI de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que revisen los 63 mil fragmentos óseos encontrados entre el Río San Juan y el basurero de Cocula. ¿Para qué? Para buscar si alguno de ellos puede ser mandado a la Universidad de Innsbruck para su identificación.

A todo esto, ¿quién será el súper equipo nacional e internacional de la PGR que hará el tercer dictamen sobre si es o no posible quemar y reducir a casi nada 43 cuerpos en el basurero de Cocula? También nos lo deben.

Diego Gómez Pickering, embajador de México en Londres, se aventó sui géneris Grito. Viva Porfirio Díaz, dijo… además de Emiliano Zapata. ¿Qué le pasó? ¿Anda viendo la serie de Discovery?

En fin… también, qué deslucido 15 de septiembre en la noche tuvimos con todo y el “transporte voluntariamente a fuerzas” (vulgar acarreo) de gobiernos priístas mexiquenses. Quizá habrá habido 40 mil personas de las 120 mil que llenan el lugar. ¿Ni eso pondrá en alerta de la percepción ciudadana al gobierno de Enrique Peña Nieto?

Ayer Miguel Ángel Mancera rindió su tercer informe de labores. A la mitad del camino sonaba como a relanzamiento… No es para menos: él ya aceptó que quiere ser Presidente e incluso decía ayer en EL UNIVERSAL que aún no sabía si lanzarse por el PRD o como “independiente” (como si fuera igual que “antisistema”, como bien decía Jorge Castañeda en una columna).

A Mancera le pegó el espíritu peñanietista al hablar de la seguridad en la capital de la República. Me refiero a este síndrome reciente de reconocer que otros no ven la realidad como uno, pero de cualquier forma decir que se va bien. Lo mismo dijo Mancera al aceptar que la “percepción” de la seguridad no lo favorece, pero sí los resultados.

Se notó el aporte de Patricia Mercado como secretaria del Trabajo (ahora la número dos) en las buenas nuevas del informe: trabajo, flexibilidad laboral, licencias de maternidad y paternidad, políticas públicas para mujeres. ¿Será el caballo —o más bien la yegua— negra para sucederlo?

Eso sí, qué vergüenza presumir que las páginas web de la ciudad de México son 100% accesibles para personas con discapacidad. ¿Quién le dijo tal mentira? No aguantan ni una revisión de Wave (Web Accesibility Evaluation Tool).

Pero bueno, más allá de lo que dijo y no, aquí un resumen de lo que (no) se vio ayer.

El que llegó sin  acompañante y sin que una porra le echaran fue el ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez (ocupó asiento de invitado especial en el salón de plenos, mientras que Perla Gómez, titular de la CDHDF le tocó en el primer piso de la galeras).

Enseguida tocó el turno a Cuauhtémoc Cárdenas --a él sí le gritaban porras un grupo de trabajadores sindicalizados del gobierno capitalino-- a quien alcanzó Salomón Chertorivski, secretario capitalino de desarrollo económico y uno de los posibles suspirantes a la Jefatura de Gobierno en el 2018.

Por la zona de atrás, cerca del Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” llegó Ricardo Anaya, líder nacional del PAN, quien fue recibido por el presidente del PAN DF, Mauricio Tabe y algunos de sus legisladores locales.

A saber qué cara le hicieron, o a quién no quiso ver: Luis Téllez, ex secretario de Comunicaciones y Transportes, después de estar en la primera fila de uno de los palcos reservados para invitados especiales, optó por pasarse a una hilera más atrás.

En otro palco, el empresario Jorge Kahwagi Gastine buscando a alguien con quien hacer la plática.

El gobernador de Tabasco, Arturo Núñez esquivó los cuestionamientos de la prensa con el argumento que necesitaba ir al baño. Claro, tenía todo el derecho  y pues cada quién tiene sus prioridades. A su regreso respondió que mejor después.

Quizás Manuel Velasco quiso pasar desapercibido, pero tuvo el tino de pasar frente a la zona de prensa en el salón de sesiones y preguntar por dónde quedaba el sanitario de hombres. Más cauteloso fue Gabino Cué , ya que él si eligió el pasillo externo para dirigirse al mismo sitio.

Toda la batería de gobernadores, priístas, aliancistas y de oposición,  en funciones y electos, así como el secretario de Educación, Aurelio Nuño,  quien fue en representación del Presidente Enrique Peña Nieto, aguardaron en el Salón Heberto Castillo el momento en que terminaban los posicionamientos de los partidos políticos para ingresar al salón de plenos.

Casi todos salieron juntos, excepto Roberto Borge, gobernador de Quintana Roo –quien con spray bucal en la bolsa del saco--, decidió entrar solito.

A saber porqué fueron a sentar a Rosy Orozco al palco reservado para prensa, ni ella ni los reporteros estuvieron a gusto.

Otra persona que sufrió  por la falta de lugar –y que espero que no tenga consecuencias en la sede del gobierno capitalino-- fue  Karla Garza, una joven abogada, amiga cercana del Jefe de Gobierno, quien el año pasado ocupó un lugar estratégico en la zona del primer piso, en una posición con vista más que privilegiada. Este año, les falló:  el equipo de logística sufrió para  colocarla en un espacio de los invitados especiales en el salón de sesiones (¡hasta gafete le pidieron!), al grado en que ella mejor pidió que la disculparan y que  se retiraba. Finalmente la convencieron de que se quedara al informe. Uno de los funcionarios que le dio la bienvenida fue el procurador Rodolfo Ríos.

Si hay que repartir un premio a la impuntualidad, habría varios candidatos: la diputada local Eva Lescas, quien llegó ya iniciada la sesión. También se lo disputarían Lía Limón, diputada federal del Partido Verde y la senadora panista Mariana Gómez del Campo; o Agustín Basave, el suspirante de la unidad a la dirigencia nacional del PRD; pero quien tendría más méritos por lo tarde que llegó sería Jesús Valencia.

Qué bueno que Egidio Torre, gobernador de Tamaulipas,  se sentó junto a Silvano Aureoles, gobernador electo de Michoacán, quien tomará posesión el próximo 1 de octubre. Seguro le podrá pasar tips de cómo dejar un estado en crisis y venir a reuniones sociales en el DF, o cómo hacer como que no pasa nada, cuando la inseguridad rebasa a las autoridades. Qué bueno que Alejandro Encinas estuvo cerca de Miguel Barbosa, así pudieron intercambiar puntos de vista sobre el PRD y izquierda mexicana.

Lo que sí no me explico por qué decidieron sentar un poco separados del grupo de gobernadores, a Eruviel Ávila y Rodrigo Medina.

Por cierto  algo debe hacer el Partido Humanista con sus cuadros. Ayer dejó mucho que desear la participación de la diputada Abril Trujillo, quien está en la secretaria de la Mesa Directiva. O lee previamente los textos que leerá en tribuna, o de plano que se disculpe previamente de no hacerlo. O bien que haga como su compañero Luciano Jimeno Huanosta, quien previo a su posicionamiento ensayaba su intervención en una de las sillas del palco para invitados especiales. Hasta lo ayudaban a grabarse.

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