Los intentos del presidente Donald Trump por “ablandar” a las naciones y líderes mundiales mediante el terror y la amenaza, cada vez se muestran más vanos e inoperantes. Las reacciones de la comunidad internacional son contundentes. Alemania, Francia e Italia le enviaron un mensaje de desaprobación e independencia política que no tiene precedente.

Los líderes de la Unión Europea hicieron al presidente Trump poner los pies en el suelo, al señalarle que los acuerdos de París no serán modificados a su capricho. La salida de Estados Unidos ha generado una doble sensación a nivel mundial. La primera es que el resto del mundo puede por sí solo asumir los retos y el costo de combatir, lo que se considera la mayor amenaza contra el sistema de la vida: el calentamiento del planeta.

Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York y actual Enviado Especial de Naciones Unidas para las Ciudades y el Cambio Climático, señaló el viernes que un importante grupo de ciudades, estados y corporativos, cumplirán con los acuerdos, independientemente de lo que el presidente decida, y que a través de su actividad filantrópica proveerá a la Convención Marco para el Clima de Naciones Unidas, los cerca de 15 millones de dólares, que seguramente le retirará Estados Unidos.

La segunda sensación mundial generada por el abandono de los acuerdos es la de sentirse solos, en una tarea que requiere la cooperación de todas las naciones del mundo; una sensación que no deja de traslucir un cierto sentimiento mágico, como a la espera de algún milagro: ¿Y ahora quién podrá salvarnos?, que concuerda bien con otra ilusión colectiva, históricamente difundida en el mundo occidental: que EU es el guardián y salvador de todos los grandes valores y logros de la civilización occidental.

Pareciera que el mundo está a la espera de un sustituto, ahora que el presidente Trump abandona París a su suerte, señalándose que China y la Unión Europea son los más indicados para reemplazar el liderazgo americano. China y la Unión Europea son responsables de 34.2% de las emisiones globales de carbono, por lo que las posibles acciones conjuntas que emprendan pueden tener un gran impacto en la moral pública mundial y un efecto político-sicológico generador de esperanza.

La cumbre China-Unión Europea que terminó el viernes pasado en Bruselas no pudo concluir en un acuerdo ambiental formal conjunto debido a disputas comerciales no resueltas. Ambos bloques insistieron en sus compromisos con los acuerdos de París, ofreciendo además continuar con el plan propuesto en 2009 para integrar un fondo de 100 mil millones de dólares al año 2020, a fin de ayudar a los países pobres a enfrentar las consecuencias y retos del cambio climático. En este momento nada está asegurado respecto a los compromisos reales de los países del mundo con el clima planetario. Las disputas comerciales, la competencia por los mercados, los consumidores y los recursos de la naturaleza, continúan siendo la principal fuente de conflicto y desacuerdos en materia climática. Por ello, más efectivo que la esperanza en un ‘salvador’ lo más importante son, por una parte, las acciones individuales y colectivas concretas a favor del planeta, disminuir los niveles de consumo energético en general y de cualquier recurso natural en particular y, por otra, la necesidad de desarrollar, y hacer crecer, una verdadera conciencia ciudadana ambiental en el mundo, México sobre todo, para exigir a los gobernantes el cumplimiento de los acuerdos ambientales, como los de París de 2015, y esto sólo se logrará con la creación de verdaderas instituciones que sustituyan la simulación democrática y la gran maquinaria de corrupción sobre la que funcionan diversos países del mundo, como ocurre en México.

Profesor investigador del Colmex
@jlezama

***En la foto: Manifestantes durante la protesta de ayer en el National Mall, en Washington, contra Donald Trump y la decisión del presidente de abandonar el Acuerdo de París. (SAUL LOEB. AFP)

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