La crisis de una economía refleja la descomposición de algo más profundo; es el mensaje de los desequilibrios que se han gestado en las relaciones productivas de la sociedad. Al final sintetizan la vulnerabilidad de un pacto social que en teoría debería garantizar la estabilidad y el progreso social. El bienestar de la economía es un tema de seguridad nacional.

La salud del mercado laboral indica el nivel de bienestar de las familias y la rentabilidad de las empresas. El empleo representa el mecanismo generador de ingresos sostenible para las familias. El gasto social del gobierno sólo debe complementar a la actividad productiva. Sin empresas financieramente viables la economía no puede crecer, los negocios requieren ser rentables para seguir invirtiendo y creando empleo.

La informalidad y precarización del empleo son señales de que hogares y unidades productivas enfrentan dificultades estructurales que limitan la estabilidad de un país. Constituyen una alternativa fuera del marco institucional, la salida que se ha tomado para encontrar una solución a las necesidades más básicas. No solventan el problema, son un escape temporal.

La informalidad es una opción de corto plazo, fuera del marco institucional, una alternativa que solo conduce a un callejón sin salida, al de la precarización de las relaciones humanas.

Empleo insuficiente y sin prestaciones sociales limitan el desarrollo de las personas. El sistema educativo debe ayudar a compensar los desequilibrios sociales y abrir oportunidades. Ello requiere que sea de calidad y que tenga un estrecho vínculo tanto con un mercado laboral sano y vigoroso como con un sistema empresarial en donde la inversión productiva impulse al crecimiento. Una economía estancada restringe el desarrollo.

En el extremo, cuando las contradicciones entre las instituciones y la realidad social se exacerban, el mal funcionamiento de la economía incide en la propia naturaleza humana.

No se puede entender el aumento de la ilegalidad y del crimen organizado sin aceptar que ello corresponde con una modificación de la conducta del ser humano. En la época del conocimiento la economía requiere de personas educadas, tanto para aportar al crecimiento del país como para resolver las contradicciones que generan inestabilidad social.

Para ello se debe entender que cuando las crisis son reiteradas, y el estancamiento forma parte del desempeño económico, el problema es del modelo implementado. Las políticas y los paradigmas del mismo no son pertinentes para las necesidades locales y tampoco para las realidades globales.

Al final de cuentas lo que importan son los resultados: crecimiento, generación de empleo, reducción de la pobreza, aumento de la productividad y la competitividad son algunos de los más relevantes. Sin buenos resultados se deben explorar alternativas y modificaciones al modelo económico.

El buen desempeño de la economía es un asunto de seguridad nacional, las crisis y el estancamiento productivo generan incentivos inadecuados para el desarrollo nacional.

Sin una integración productiva entre los actores sociales no hay un proyecto nacional verdaderamente sostenible. La lección de los años setenta fue clara, la política económica desdeñó el acercamiento productivo entre el sector público y el privado. Con la crisis de los años ochenta la salida de capitales desfondó la capacidad financiera del país. Se redujo la capacidad de generar bienestar de manera autónoma.

La apertura de los años noventa facilitó los negocios para las empresas trasnacionales pero no el de las nacionales, básicamente porque no implicó la construcción de un pacto social que llevará los beneficios de la apertura a la base microeconómica del país, es decir a las empresas y hogares. El estado del mercado laboral es el resultado.

El nuevo milenio exacerbó la competencia por el empleo, este último depende de producir en el país, no de importar. Para ello se requiere de más empresas privadas en México y que las mismas generen empleo de calidad. Solo una base productiva, creadora de valor agregado puede lograrlo. La seguridad nacional depende de ello, el gasto público no puede solucionar lo que no haga el crecimiento interno.

Director del Instituto para el Desarrollo Social y el Crecimiento Económico

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