El Pacto por México fue una iniciativa suscrita por el Presidente Enrique Peña Nieto y los dirigentes nacionales de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Era apenas el segundo día del sexenio del Presidente Peña Nieto, el 2 de diciembre de 2012, cuando todos los mexicanos nos enteramos con sorpresa que se estaba firmando en el alcázar del Castillo de Chapultepec, un pacto, y que los firmantes se comprometían a una serie de acciones conjuntas en beneficio del país. Se trató sin duda de un gran acuerdo nacional que marcaba prioridades y abarcaba distintos temas: derechos y libertades, crecimiento económico, seguridad, transparencia y gobernabilidad, cada una de ellas con propuestas específicas. Los resultados del Pacto están a la vista: se lograron importantes reformas que tenían muchos años esperando; quedaron también importantes temas pendientes. El Pacto, más allá de su contenido, que por sí solo es relevante, resultó de gran trascendencia para nuestra vida nacional. Representó la voluntad y decisión, a los ojos de todos, de las principales fuerzas políticas de trabajar, sin tintes partidistas, a favor de México.

¿Por qué traer a colación algo que sucedió hace más de cuatro años y que ya dio lo que podía dar? Porque quedó demostrado que el diálogo y los acuerdos son un mecanismo privilegiado para impulsar las transformaciones y porque estoy convencido de que la mejor forma de enfrentar la amenaza que representa para nuestro país la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, es logrando un gran acuerdo nacional que involucre al gobierno, a las distintas fuerzas políticas y, de forma importante, a la sociedad. México tiene frente a sí un enorme desafío, hay que dar un paso adelante en la ruta de la corresponsabilidad política. Me manifiesto a favor de que en los puntos a tratar en la negociación con el gobierno estadounidense, se tome en cuenta la opinión de la sociedad organizada y de todos los sectores involucrados.

Los años por venir no van a estar exentos de complejidades, lo cual nos va a exigir nuestro mayor esfuerzo, inteligencia y creatividad para enfrentarlas. Y cuando digo “nuestro”, me refiero a todos: funcionarios de los tres órdenes de gobierno, legisladores, empresarios, medios de comunicación y ciudadanos.

Estados Unidos y Canadá han sido en los últimos años los países prioritarios en nuestra política comercial y exterior, no sólo por la cercanía geográfica, sino por la problemática compartida. Seguridad, migración, comercio internacional, temas que no se pueden abordar de manera aislada. El Tratado de Libre Comercio ha traído innumerables beneficios a los tres países. Como resulta lógico algunos sectores se han visto perjudicados, en los tres países.

En lo que creo que debemos de ser muy claros es en el rechazo al muro, que debe de ser contundente. Siempre he tenido la convicción de que una frontera debe ser entendida como puente, como canal de comunicación, como una vía de intercambio entre personas que tienen una cultura y visión del mundo distinta.

México tiene ante sí una gran amenaza que debemos de enfrentar haciendo uso de todas las instituciones que nos hemos dado. Es momento de dar un paso al frente, sabedores de que la razón nos asiste. La defensa de nuestro México y la unidad nacional deben ser siempre prioridad ineludible de todos los mexicanos y más de quienes encabezan tareas de gobierno. En el complicado proceso de negociación que llevará a cabo nuestro gobierno, debe de tener el respaldo de todos, pero, para lograrlo, es necesario clarificar los objetivos y generar información adecuada a la sociedad sobre lo que se negocia y a qué costo se negocia. Así, y sólo así, la ciudadanía quedará convencida de que el gobierno de México estuvo a la altura de las circunstancias, ese es el reto.

Abogado.

@jglezmorfin

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses