Entre fanfarrias, alharaca y negligencia sólo queda un hoyo negro.

El socavón del Paso Exprés Tlahuica, a las afueras de Cuernavaca, es mucho más que un agujero en el asfalto.

El hoyo se tragó dos vidas, la de Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero. Aún vivos, comunicaron el mensaje del accidente que terminó en tragedia. No imagino el horror de lo que fue para ellos la agonía a la espera de ser rescatados… y para la familia recibir la peor noticia.

Del fondo del agujero emana un hedor putrefacto.

El día de la inauguración de la magna obra vial (el 5 de abril) el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, agradeció al presidente Peña la nueva vialidad, con sobrado despliegue de elogios, como si Peña hubiera pagado la carretera con su propia “lana”.

Ruiz Esparza presumió que era un portento ingenieril; que estaba garantizada para durar 40 años; que se construyeron diez nuevos drenajes; que se utilizaron los mejores materiales; que se invirtieron 2 mil 213 millones de pesos (poco más del doble de los mil 45 millones de pesos presupuestados) y se entregó con un año de retraso…

¿Cuarenta años también se fueron en sólo cuatro meses por el socavón?

Es evidente que a las empresas contratistas, Epccor y Aldesa, sólo preocupó ampliar los 14.5 kilómetros del libramiento sin averiguar lo que había diez metros por debajo de la tierra.

El secretario Ruiz Esparza culpó a Tláloc y a la basura por el taponamiento del drenaje y la fractura. Explicó, a la carrera, que la fuga del líquido reblandeció la tierra hasta abrir el cráter. ¿La lluvia, en temporada de lluvia, es único pretexto que encontró el señor secretario?

Lo más ruin es cargar las responsabilidades a la madre naturaleza y sus hijos cómplices.

¿El titular de la SCT, ahora es el ministro de las disculpas?

Es sencillo patear el balón fuera de la cancha para ganar tiempo hasta en tanto concluye el peritaje independiente, de rigor, solicitado al Colegio de Ingenieros para deslindar responsabilidades.

Lo complejo es responder a las preguntas obvias. Explicar por qué se ignoraron las advertencias de la Ayudantía Municipal de Chipitlán que, desde hace cinco semanas, alertaba a la SCT —responsable del proyecto ejecutivo— sobre el peligro de inundaciones y el colapso inminente del muro del Paso Exprés, o convencer a la opinión pública de que la aparición de otro socavón, el 21 de junio pasado, no representaba alerta alguna.

Todos se echan la papa caliente. Los contratistas de la obra culpan al gobierno de Graco Ramírez; el gobierno de Morelos responsabiliza a la SCT; la dependencia federal dice que la culpa es de la gente; la gente advierte negligencia mientras una esposa y madre llora a sus dos muertos.

El secretario Ruiz Esparza nos dijo que si su renuncia devolviera la vida a las víctimas ya la habría puesto sobre el escritorio. “Yo no construí la carretera, yo no soy el técnico, pero si eso sirve, adelante. Yo sé a quién le respondo y como le respondo; yo no estoy aquí por necesidad o por un capricho de ser político, yo estoy aquí porque he servido a mí país desde hace 48 años y lo quiero seguir sirviendo hasta donde me aguante.”, nos respondió jugando “yo-yo”…

Ruiz Esparza no piensa renunciar, como exigen los legisladores malquerientes del gobierno, que intentan empujarlo para que también se caiga en el socavón.

Si el secretario de Comunicaciones no renunció ante cuestionamientos desatados por su intervención en escándalos como el de las casas Higa o sus tratos oscuros con la empresa española OHL, mucho menos va a renunciar por dos muertes y un “pinche” agujero; se sabe blindado por su jefe.

El socavón exprés es mucho más que un accidente geológico. Si huele a corrupción, suena a corrupción y parece corrupción, lo más probable es que en el fondo haya corrupción.

Habrá que rascarle más al hoyo.


EL MONJE EXPRÉS: La explicación oficial ha provocado indignación. Queda claro que lo único exprés ha sido la celeridad con que se inauguró la obra, y la lentitud para rescatar el vehículo siniestrado con dos cadáveres dentro, nueve horas después del accidente. Los sepultados por tierra y lodo dentro del socavón, ahora están en el panteón. No descansarán en paz hasta que haya justicia ante una evidente negligencia.

@JoseCardenas1
josecardenas@mac.com
www.josecardenas.com

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