Se cumplió el pronóstico del mal tiempo en Nueva York; el martes hubo altas presiones, baja temperatura popular y una tupida tormenta de mentadas de madre para Andrés Manuel López Obrador. Al Peje le quedó claro que Manhattan no es Macuspana… ni hay palmeras en la nieve.

El Mesías Tropical regresa vapuleado por el frío invernal con que fue recibido por instituciones, funcionarios y medios estadounidenses, pero también tatemado por el fuego abrasador de las protestas en su contra, y sobre todo por la calentura de sus reacciones, que todo derriten.

Perder los cabales frente al reclamo indignado de Antonio Tizapa, uno de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, lo transformó en Hulk, el iracundo fortachón verde, y lo orilló a mostrar, una vez más, el lado oscuro de su personalidad intransigente. Al gritarle al hombre “cállate provocador” perdió el control; hizo recordar aquel “cállate chachalaca”, recetado a Vicente Fox, en 2006, que tan caro le costó.

Resulta imperdonable que después de tanto camino recorrido, tantas tablas en el espectáculo político, y pelear tantas campañas negras en su contra, Andrés Manuel vuelva a tropezar con la misma piedra… que lo cueza la ira al primer hervor.

El desplante de AMLO, por haber sido increpado, hace cuestionar el discurso conciliador construido para ganar, en el tercer intento, la Presidencia de la República.

El líder de Morena agrandó la pifia al advertir que los reclamos del señor Tizapa, al vincularlo como protector del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y la esposa, deben dirigirse a Enrique Peña y al Ejército, dando a entender que las Fuerzas Armadas estuvieron involucradas en la desaparición de los 43 normalistas, sin una sola evidencia en la mano. Nadie dice que López Obrador sea culpable de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, pero sí de apoyar a los Abarca. ¿O no sabía que era una familia vinculada al crimen organizado?

A este escándalo sume mala fortuna y generación de falsas expectativas.

López Obrador no pudo llegar a la ONU por la intensa nevada que paralizó Nueva York, y aun cuando hubiese cumplido con su agenda, no se habría reunido con ningún funcionario importante en materia de derechos humanos.

Lo mismo ocurrió en Washington, donde se esfumó el acierto estratégico de sumarse a la defensa de los migrantes mexicanos amenazados por la xenofobia de Trump. Andrés Manuel fue recibido por funcionarios de tercera en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA); no pasó del corredor donde todavía mueve la cola Emilio Álvarez Icaza, adversario del tabasqueño, aspirante a una candidatura presidencial independiente.

Si algo queda de la gira de López por EU, es precisamente el cúmulo de infortunios. El intento por hacer de López Obrador un líder cosmopolita quedó chiquito. Un hombre con serias posibilidades de ganar la Presidencia no puede enfrentar al mundo de manera improvisada y despistada.

Si se cumple aquello de que a palos se aprende, el dueño de Morena debe haber aprendido mucho esta semana.

EL MONJE PETROLERO: Mañana se cumplen 79 años de la nacionalización petrolera y la entrega del pueblo para pagar con gallinas, cochinos, joyas, morralla y corcholatas, la liquidación de aquellos demonios petroleros chupa sangre. Entre quiebra fiscal, escándalos de corrupción —Oceanografía y Odebrecht, por ejemplo— y errores de espántame panteón, que regaron crudo y tepache con la subasta de la red primaria, habrá que preguntar si la fiesta no parece funeral… y si en lugar de apagar velitas mejor se encienden cirios y veladoras.

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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