México no es un país civilizado como quisiéramos porque la ley no aplica, las instituciones no funcionan, las cárceles tienen puertas giratorias... y la justicia es ilusión.

¿La irritación social ante la explosiva violencia criminal explica y justifica calamidades, como el surgimiento de “vengadores anónimos”, y algunas “ideotas” para defender a la sociedad del crimen?

Me explico…

En lo que va del año, tan sólo en el Estado de México, 20 delincuentes han muerto a manos de pasajeros armados, a bordo de transportes públicos. Los mal llamados “justicieros”, cuya identidad vaga en el misterio, son fantasmas para la policía y héroes para la población harta e indefensa.

En realidad, quienes han ultimado a esos rateros, gozan de la misma impunidad que los delincuentes abatidos. La autoridad, incapaz de protegernos, mira para otro lado. Si no alcanza a castigar los delitos comunes y corrientes, resulta inútil ponerla a perseguir a quienes les hacen el trabajo sucio, aunque sea de manera ilegal, al fin y al cabo hay simpatía y complicidad silenciosa entre la población agraviada y humillada.

Quienes aplauden la existencia de esos “vengadores anónimos” y de reacciones sociales justicieras por propia mano, son susceptibles de caer en el error, y peor, en el mismo crimen que repudian. No son extraños ni poco comunes los linchamientos de inocentes por la ira ciega de quienes no buscan justicia sino venganza.

Ante el rojo panorama, se vuelve a reiterar una iniciativa del senador panista Jorge Luis Preciado, quien insiste en promover la portación generalizada de armas, “porque la gente buena tiene derecho legítimo a defenderse de los criminales ante la incapacidad, muchas veces complicidad, de las autoridades policiales para garantizar la mínima seguridad ciudadana”.

El legislador colimense señala que la Constitución admite la posesión de un arma en el domicilio, con permiso de la Defensa Nacional, sin embargo, pretende que la norma sea más flexible y autorice la posesión y portación de armas también en oficinas, negocios y vehículos.

La propuesta del legislador Preciado fue despreciada por el Senado el 7 de octubre pasado; el PAN le hizo el vacío. Ahora, busca 120 mil firmas para convertirla en iniciativa ciudadana; lleva 30 mil.

El camino de armarnos todos para defendernos todos, como propone el panista Jorge Luis Preciado, no es solución.

Para este columnista resulta una idea indeseable, entre otras cosas, por nuestra naturaleza explosiva. ¿Cualquier discusión, pleito o incidente, que en caso extremo puede arreglarse a golpes, se va resolver a tiros?

En el improbable caso de ser aprobada, la iniciativa del senador Preciado corre el riesgo de conducirnos al caos absoluto. El Estado, cuya obligación es resguardar la ley, no puede dejar en manos ciudadanas la aplicación de la justicia. Sería legalizar el asesinato disfrazado de legítima defensa, por más que los números rojos del crimen nos lleven a una situación intolerable e intolerante.

La desesperación es engañosa… y muy mala consejera.

EL MONJE HISTORIADOR: Simón Bolívar, el general en su laberinto emancipador de media Latinoamérica, dijo de las armas: “tal vez pudieron darnos la independencia, pero serán leyes las que nos otorguen la libertad”.

@JoseCardenas1 josecardenas@mac.com www.josecardenas.com

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