Para curar el miedo priísta de un eventual triunfo de López Obrador será necesaria una de dos medicinas amargas.

La primera es la propuesta de una reforma a la reforma política que privilegie la segunda vuelta electoral en automático, en caso de que ningún candidato obtenga una legítima mayoría electoral, más allá del triunfo legal.

Reproduzco en forma aliterada la explicación del columnista Salvador García Soto: “Se trata de presionar a las bancadas priístas del Congreso con la conveniencia de una vieja propuesta del PAN, para garantizar que si un candidato no gana con la mitad más uno de los votos, haya una segunda vuelta electoral entre los dos finalistas punteros.

A juicio de un amplio sector tricolor esta acción sólo beneficiaría al PAN y dejaría afuera a la ‘chiquillada’.

La segunda es idea de Manlio Fabio Beltrones, bajo la lógica de que, en estos tiempos, quien gana, no gana todo, y quien pierde, no pierde todo, para lo cual propone dar vida a ‘gobiernos de coalición’ y obligar a nupcias de conveniencia entre partidos si en 2018 ninguna fuerza política alcanza por lo menos el 42% de la votación nacional.

Es decir, si el ganador de la elección presidencial obtiene 42% o más de los votos, aplicaría la cláusula de ‘sobrerrepresentación’ para integrar una mayoría parlamentaria que dé viabilidad y estabilidad al nuevo gobierno. Si el candidato ganador de la elección presidencial no alcanza ese 42%, la ley lo obligaría, junto con el resto de los partidos, a abrir una negociación para lograr una mayoría en el Congreso, y el nombramiento conjunto del gabinete presidencial, con espacios proporcionales a los votos de cada partido”.

Desde la reforma política de 2014, la Carta Magna autoriza al Presidente de la República dar paso a los “gobiernos de coalición”. Beltrones pretende darle vida con mayor precisión legal.

Detrás de ambas recetas están contrapunteados los diagnósticos del doctor Luis Videgaray (más vivo que un dolor de muelas) y el propio Manlio Fabio (tan vivo como el hambre… y las ganas de comer)

EL MONJE CEGATÓN: “Ningún partido se libra de la corrupción”, sentencia el Presidente al reconocer la crisis que enfrenta el sistema político nacional. En entrevista con el periodista Ezra Shabot, de Canal 11, Peña Nieto pide discernir entre las malas conductas de algunos militantes y los partidos políticos. En teoría el Presidente tiene razón; son los hombres y no las instituciones los que violan la ley. Javier Duarte y Guillermo Padrés transaron y delinquieron por iniciativa propia; la ley actuará contra ellos y no contra el PRI o el PAN, ya deslindados de tan impresentables militantes. Pero en los hechos, los dichos del “preciso” son imprecisos. Si bien dirigencias y estructuras partidistas conspicuas han intentado sacudir cochambre y mugre, es imposible que puedan rechinar de limpio. En ninguno de ambos escándalos, y los que falten, los dirigentes del PRI y PAN hicieron algo por denunciar a sus gobernadores mientras abusaron el poder… y sólo ellos saben por qué.

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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