La neumonía diagnosticada a Hillary Clinton, tras el desfalleciente homenaje a las víctimas del 11 de septiembre, enciende focos de alerta y desata especulaciones sobre la salud de la candidata demócrata a la presidencia estadunidense.

“Es la peor noticia para la señora, cuyos mejores momentos la ponen como la apacible y otoñal abuela y que ahora será la abuelita enferma, mientras Trump —lo vimos en México—, se desplaza en el escenario con la furia de un Miura y la fortaleza de un oso”, comenta el analista Rafael Cardona.

La enfermedad de Hillary se presenta en el peor momento, justo cuando pierde terreno en las encuestas, a dos semanas del primer debate con Donald Trump, y a menos de dos meses del supermartes electoral.

El malestar de la candidata afecta su imagen de fortaleza; sirve de combustible a múltiples versiones sobre el ocultamiento del historial médico de la ex Primera Dama.

Apenas el viernes, el tabloide sensacionalista National Enquirer publicó un reportaje donde se habla del mal de Alzheimer, afectaciones hepáticas por causa del alcohol, y una serie de accidentes cerebro vasculares.

Hace menos de un mes, se publicaron en internet supuestos documentos firmados por la doctora Lisa R. Bardack, que daban cuenta de cuadros convulsivos y demencia vascular subcortical, es decir, una afectación provocada por infartos o hemorragias cerebrales. La reputación del National Enquirer y el origen dudoso de las filtraciones en redes sociales, son razones sólidas para sospechar un golpe político, sin embargo es público que en 2013, Hillary Clinton fue atendida de un coágulo cerca del cerebro que pudo causarle la muerte.

Si bien es cierto que el tema flota en la viscosa especulación, abre un nuevo frente a la candidata, cuestionada por su falta de energía frente al magnate republicano quien le viene pisando los talones.

Urge al equipo de Hillary Clinton aclarar la situación y publicar el expediente médico para demostrar que ni la edad ni la condición física de la aspirante demócrata ponen en riesgo su capacidad de gobernar.

EL MONJE INCONFORME: Marchas y contra marchas, la mayoría a favor de la “sagrada familia” y la intolerancia en el nombre de Dios; otros, los menos, en defensa el derecho humano al matrimonio entre personas del mismo sexo. Quienes monopolizan la defensa de los valores católicos como un acto de unidad nacional pretenden imponer a fuego una sola moral, como en la Edad Media, por arcaico que parezca el modo a mitad de la segunda década del siglo XXI. La atrevida iniciativa presidencial del matrimonio igualitario revela la sospecha de un arreglo por temor a la incandescente furia ensotanada y sus fanáticas sectas confesionales, que promueven el discurso del odio y la homofobia. Bienvenidas la tolerancia y las marchas, sí, todas; lamentable es que —como reclama Jorge Castañeda— los colectivos LGBTTTI no hayan sido acompañados por mexicanos en contra de la discriminación, partidarios del derecho a secas...

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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