Por: Elva Escobar

(FOTO: CORTESÍA UNAM)

La UNAM ha sido muy importante en mi vida y ello tiene muchas connotaciones. Una de ellas tiene que ver con que yo haya elegido la UNAM desde un principio, pues tuve que luchar por estar en ella. Mis padres estudiaron aquí; mi padre fue un profesor emérito y se formó desde el bachillerato en la UNAM, y mi madre en la Escuela de Medicina. Ambos hablaban maravillas de la Universidad. De niños veníamos aquí a jugar y luego yo venía al laboratorio de mi padre. De ellos y de la Universidad aprendí lo que es la ciencia, porque siendo los dos médicos, eran gente muy rigurosa, pero también muy generosa y eso fue parte del aprendizaje que me dio la UNAM, que me formó en gran medida.

En el bachillerato me tocó hacer un trabajo sobre lo que había en los fondos marinos. Esa tarde que vine al Instituto alguien me dijo que no había nada en el fondo marino, pero un químico que llegó afirmó: “Además de agua y lodo, hay bacterias”. En el reporte indiqué que había más, pero tal vez lo que ocurre es que en México no se ha estudiado esto.

Debido a problemas en ese momento en la UNAM,  mis padres me pidieron que iniciara en la UAM como una opción para después cambiarme a la UNAM. Y en los últimos años de mi carrera nos preguntaron a un grupo de mi generación a qué nos íbamos a dedicar en el futuro y yo les dije que al mar profundo. Mis compañeros se rieron y pues ni siquiera había barco en México. Estoy hablando casi de 1980 y en realidad no había buque todavía, pero estaba por llegar. Me  dije : “Algún día va a haber y éste va a ser para educación y para investigación”. Y haber usado los buques reforzó mucho el por qué elegí la UNAM también para continuar el posgrado. Elegí Biología porque me permitía conocer mejor la diversidad biológica y vislumbrar los grandes descubrimientos que íbamos a tener en el mar profundo, pero a la vez sabía que iba a tener a los mejores en diferentes entidades. Mi visión desde un inicio fue que al ser esto una multidisciplina, había que enfocarse muy específicamente y  acercarse a los químicos, a los físicos, a los geólogos, y así sucesivamente, que es el conjunto que compone a las Ciencias del Mar. Aquí realicé el posgrado y en aquel entonces el coordinador de la Investigación Científica, que era el doctor  Agustín Ayala Castañares, me dijo: “Dele una oportunidad al posgrado de la UNAM para demostrar que es el mejor posgrado del país y que puede formar gente igualmente importante, como en Woods Hall o Scripps; demuéstrenos que esto es posible”. Y me quedé precisamente para demostrar que eso era factible y creo que lo logré.

En 1993, cuando regresé de una estancia posdoctoral en Estados Unidos, me pidieron que echara a andar esta línea. Los buques ahí estaban, habían servido mucho como una herramienta de estudio, como una plataforma para lo que yo realizaba, pero les faltaba un cable como de 6 km que permitiera estudiar el mar profundo. Después de casi cuatro años obtuvimos el cable pues era muy importante contar con él. Y en 1997 se echó a andar un programa de muy largo plazo, que aún sigue vigente. En ese entonces todas las campañas que se hacían a bordo del buque eran cerca de la costa pero —dije—, los buques deben poder navegar lejos de la costa. Y ése fue otro reto que la Universidad ha permitido que se logre. El llevar a bordo conmigo a jóvenes, primero como docente y después ya como académica, ha sido fundamental para la formación y consecución de la Oceanografía, así como el aprovechar correctamente las herramientas de punta que nos dieron para que México tenga cómo responder ante la ONU por tener una Zona Económica Exclusiva. Los buques tienen una función dual: dan servicio tanto a la sociedad como a las empresas, con apoyo a través de la Institución y con investigación paralela que ayuda en temas prioritarios para la nación. Para mí,  la Universidad ha sido un lugar muy respetable, el lugar que elegí por su gran reconocimiento. La UNAM debe estar dentro de los 100 mejores lugares para trabajar o estudiar a nivel mundial.

Estamos formando una institución de excelencia y el poder apoyar a los jóvenes para que cuenten con financiamiento en su formación va a redituar a que la Institución siga manteniéndose en excelencia. Esos jóvenes, eventualmente, serán académicos, profesores o empresarios, pero tendrán como una marca que llevarán consigo esa excelencia que adquirieron al ser estudiantes de la UNAM.

Me gusta invitar a la Fundación UNAM al Instituto para que estén presentes y recauden a través de los jóvenes que nos visitan como estudiantes y de los investigadores en activo. Siempre estoy encantada de participar en todo lo que se me ha invitado, porque creo que tenemos una gran obligación de llevar a la UNAM, a través de Fundación UNAM, a la excelencia.

Para mí,  Fundación UNAM es la agencia de financiamiento más grande que hay en el país que apoya a los jóvenes en su educación y a los académicos en proyectos de gran envergadura. Está represente en diferentes estados, en diferentes formas, y eso la hace de gran valor porque permite que los jóvenes conozcan que hay una forma adicional de apoyarlos.

Uno de los aspectos que para mí es importante es el gran entusiasmo con el que se llevan a cabo estas interacciones entre la UNAM y Fundación UNAM, porque veo que existe una gran disposición  siempre y una gran dedicación a que exista la excelencia en esta Universidad. Y eso la hace, por una parte, motivadora para que uno quiera estar ahí; y por el otro, el querer también otorgar y dar.

Esto coadyuvará para que posteriormente veamos a las nuevas generaciones crecer con mejores recursos, pues cuentan con diversos proyectos que apoyan a los jóvenes para que puedan continuar con sus estudios en la UNAM. Estoy segura que esa generosidad y bondad se va a ver reflejada después con personas que van a estar formadas y que van a agradecer enormemente ese apoyo que se dio, silencioso, desconocido, porque no saben de quién viene, porque lo reciben a través de Fundación UNAM y que forman un ejército, un batallón de jóvenes muy motivados que a la vez contagian a otros.

Directora del Instituto del Mar y Limnología

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