Esta Copa de Oro está resultando ser una incomodidad para el cuerpo técnico y también para los directivos mexicanos. No tanto para los jugadores, aunque éstos tienen la responsabilidad de demostrar su calidad y talento dentro del terreno de juego.

Después de tantísimos años, nuestros dirigentes siguen equivocándose en sus decisiones y gestiones en esta nuestra área o continente futbolístico, llamado Concacaf, donde hemos vivido momentos de euforia (como las constantes participaciones en Mundiales y ocupando puestos directivos importantes) y otros de incertidumbre y mediocridad, como el que estamos viviendo estos días.

El nivel futbolístico mexicano está estancado, mientras los rivales del área han mejorado a pasos agigantados hasta pelear la hegemonía con México, que hasta hace unos años era el amo y señor de la Concacaf.

Ahora, Estados Unidos y Costa Rica están demostrando que están tomando mejores decisiones y haciendo mejores gestiones ante una evolución natural del fútbol mundial.

Me desilusiona que mientras los futbolistas en el área quieren seguir mejorando día a día, semana a semana y año tras años, no van acompañados de las buenas intenciones de muchos dirigentes que se prestan a amaños o acuerdos extra deportivos que dañan la imagen de este hermoso deporte.

Ojalá que la FIFA ponga en puestos importantes de todas las federaciones del mundo a ex futbolistas o gente honesta que no se preste a arreglos o actos de corrupción.
Regresando a la Copa de Oro, hasta el momento ha resultado más descafeinada que la Copa América.

Porque todos esperábamos mejor calidad y espectáculo en la justa continental. Lo que vimos fue mucha tensión, muchas patadas, un juego brusco, malos arbitrajes y poco de lo que tanto deseamos, que era disfrutar al ver a muchos de los mejores jugadores del mundo.

Como sea, México desperdició la Copa América, porque la pudo usar como preparación —como hicieron los jamaiquinos— de esta pesada Copa de Oro, que será para el Tri, Estados Unidos o Costa Rica, los tres grandes favoritos.

El partido de esta noche contra Cuba debe ser un parámetro para saber qué intenciones se tienen en esta competencia.

En teoría y en la práctica, México debe ganar y fácil. Pero hay que tomar este partido con seriedad.

La presión hacia la Selección Nacional está creciendo cada vez más. Si Estados Unidos gana esta Copa de Oro, completará su obra para ir a la Confederaciones.

Si no la gana, no tendrá mucha presión, porque ya tiene medio boleto asegurado.

Costa Rica, después de lo mostrado en la Copa del Mundo en Brasil, querrá reconfirmar su buen momento. Pero si los ticos no ganan la Copa de Oro, tampoco habrá mucha presión para ellos.

Así que todo se está acomodando para que si México gana la Copa de Oro se vea como algo que se tenía que hacer, para posteriormente pelear con Estados Unidos la participación en la Confederaciones.

Pero si México no la gana, va a ser tanta la tensión y la presión, que algunos dirigentes de la Selección estarán temblando por su futuro, así como el cuerpo técnico.

Por mucho que quieran que continúe un proceso, éstos empiezan cuando se sabe perfectamente lo que se quiere. Si es dinero, que sigan como van; si es prestigio, tiene que haber cambios drásticos. En el manejo, en la estructura del fútbol mexicano, así como en la Selección.

¡Que te lo digo yo!

Twitter: @hugosanchez_9

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