He aquí una palabra que para muchos resulta un pequeño dolor de cabeza, una piedrita en el zapato o simplemente algo que, gracias a las “licencias” que uno se da en aplicaciones como WhatsApp, ya no es tan importante: ortografía.

Definida como la forma correcta de escribir en una lengua determinada, incluyendo el uso de los signos auxiliares, la ortografía siempre ha sido un tema engorroso para la mayoría de las personas que desde la escuela arrastran un desconocimiento de las bases para poder escribir de manera adecuada, ya no digamos utilizando las reglas ortográficas más comunes que nos va aclarando los caminos al escribir y que nos hacen determinar que, por ejemplo, los verbos en pasado se acentúan en la última sílaba, de no ser así, entonces no vivimos en el presente. Las nuevas aplicaciones que nos sirven para comunicarnos con las demás personas a través de mensajes de texto suelen ofrecernos un corrector ortográfico que puede ser muy útil a veces, pero muchas otras se convierte en enemigo implacable, pues nos ofrece la escritura “correcta” de la palabra sin hacer un análisis del contexto en el que la estamos utilizando.

Un artículo de Jorge de Buen habla de que en 2002, el presidente en turno de España, José María Aznar, dijo que en su país había estudiantes incapaces de escribir 20 renglones sin una sola falta de ortografía; estimulado por dicha referencia, un famoso diario español se dio a la tarea de realizar una encuesta como un profundo trabajo de investigación. Reunió a 50 estudiantes a nivel secundaria y los sometió a un dictado de palabras (a decir del diario) muy sencillas. El resultado, sólo una estudiante logró escribir las 20 líneas sin cometer una sola falta de ortografía. Eso fue en España en 2002, un país en donde se invierten más recursos a la educación y en donde la ce y la zeta se distinguen fonéticamente, ahora imaginen: ¿qué pasaría si hiciéramos el mismo experimento con estudiantes de secundaria de nuestro país?

Son muchos los factores en México a los que podemos “culpar”: un sistema educativo deficiente del que venimos la mayoría (habría qua analizar el aspecto ortografía en el nuevo sistema), la falta de conocimiento de muchos docentes con respecto al tema, y las redes sociales en las que da lo mismo un “ke” y un “que”.

Preocupados por este tema, el estudio independiente mexicano HyperBeard, nacido en el 2014 y dirigido por Antonio Uribe y Juan Pablo Riebeling, se ha dado a la tarea de crear una divertida aplicación llamada Palabraz.

Palabraz (sí, con z) es una aplicación que se divide en tres niveles o modos de juego, el primero es CSZ, el segundo es BV y el tercero GJ. Al abrirlo, la interfaz va arrojando una serie de palabras en donde falta una letra (c, s o z, por ejemplo) y contra reloj el usuario tiene que seleccionar la letra adecuada para poder adquirir puntos y avanzar y ganar trofeos o bien, quedar descalificado y comenzar de nuevo. Al jugarlo pude darme cuanta de que las palabras más comunes y que más utilizamos o leemos son las que nos permiten avanzar, el problema viene cuando la interfaz nos arroja otras que no conocemos.

A pesar de que la aplicación es muy sencilla, es muy difícil llegar al último nivel, me parece un buen punto de partida para que con ayuda de un juego que además tiene una interfaz con un diseño muy limpio, los usuarios comiencen a tener presente lo importante que es escribir de manera adecuada y cómo una palabra mal escrita le puede cambiar todo el sentido a una frase.

@Lacevos

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