En un puesto de control ubicado en el tramo Pijijiapan-Tonalá, en el estado de Chiapas, elementos del 61 Batallón de Infantería detienen un tráiler cargado de plátanos. La revisión les permite advertir que la caja del vehículo posee doble fondo: en él hallan escondidos 435 paquetes “con polvo blanco con las características de la cocaína”.

El chofer confiesa que se dirige a la Central de Abasto de la Ciudad de México, en donde el tráiler sería descargado. Es el mes de julio de 2011.

En el mismo puesto de control, y gracias a un moderno equipo de rayos gamma, los militares del 61 Batallón descubren cuatro años más tarde, el 21 de junio de 2015, que entre las cajas de plátano de un tráiler hay 397 paquetes elaborados con cinta canela: casi 400 kilos de cocaína.

El conductor del vehículo declara que las cajas de plátano salieron de una bodega de Tapachula, y que su destino era la Central de Abasto de la Ciudad de México.

No han pasado siquiera 30 días desde que el chofer del torton es puesto a disposición del Ministerio Público, cuando la Policía Federal anuncia la captura de Martín Villegas Navarrete.

Villegas Navarrete es presentado por las autoridades como “uno de los jefes del cártel fundado por Arturo Beltrán Leyva”. La detención ocurre en la colonia Roma, luego de un fuerte operativo. Villegas acababa de llegar a la capital, procedente de Acapulco, para celebrar su cumpleaños.

Desde 2011 era reclamado por la DEA bajo cargos de conspiración, asociación delictuosa, y posesión y distribución de cocaína. Socio de Edgar Valdez Villarreal, La Barbie; Sergio Villarreal Barragán, El Grande; Jesús Nava Romero, El Rojo, así como de los hermanos Mario y Alberto Pineda Villa, cuñados del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, Villegas era considerado por la DEA el principal distribuidor del Cártel de los Beltrán Leyva de cargamentos que salían de Sudamérica y se dirigían a Estados Unidos. Una ficha lo señala como cabeza del cártel en el Distrito Federal y encargado del trasiego de droga hacia los estados de Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Texas.

La Policía Federal señala en un boletín que para mantener ocultas sus actividades delictivas, Villegas Navarrete había comprado varias bodegas en la Central de Abasto de la Ciudad de México.

26 de noviembre de 2010: Carlos Montemayor, El Charro, suegro de La Barbie, cae en poder de agentes federales. La investigación revela que el narcotraficante es dueño “de bodegas y empresas de transporte que operaban desde la Central de Abasto de la Ciudad de México y a cuyo amparo se encubría el envío terrestre de cocaína desde la frontera sur hasta el Distrito Federal”, de acuerdo con la nota que publica entonces EL UNIVERSAL.

También los tráilers de El Charro iban cargados de cajas de plátano. En compartimientos ocultos llevaban cocaína colombiana, desde la frontera sur de México.

8 de octubre de 2012: comerciantes, bodegueros y personal administrativo denuncian que en la Central de Abasto, “entre la venta de alimentos y productos básicos se mueven cocaína y marihuana”.

“La droga la meten camuflada con la fruta. En la zona de bodegas llegan los cargamentos más duros”, informa el periódico Reforma.

Reporteros del diario constatan que entre la una y las cinco de la mañana, grupo de cinco a ocho personas bajan de camiones de carga “pequeños bultos del tamaño de un ladrillo, envueltos en bolsas de plástico”.

14 de junio de 2016: elementos de la Policía Federal detienen a cuatro mujeres que se desplazan en un BMW de color negro con placas de Tamaulipas. “Al percatarse de la presencia de los agentes, las mujeres actuaron de forma evasiva”. Según la nota que da cuenta de la detención, “los uniformados les dieron alcance y al revisar el vehículo encontraron dos paquetes que contenían un kilo 976.9 gramos de cocaína y 120 mil 015 dólares americanos, así como nueve mil 100 pesos”.

Sí, la detención ocurre a las puertas de la Central de Abasto, hace apenas 15 días.

He reunido en esta columna notas de prensa publicadas en diarios nacionales durante los últimos seis años. No dejan mucho qué agregar. La realidad que muestran es incontestable.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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