Últimamente he pensado mucho en el bar Heaven. Hace tres años —26 de mayo de 2013—, 13 jóvenes fueron plagiados en ese sitio. Sus cuerpos aparecieron tres meses más tarde en una fosa clandestina de Tlalmanalco, Estado de México. El secuestro fue una venganza por el asesinato del vendedor de droga Horacio Vite Ángeles, miembro del grupo criminal conocido como La Unión Insurgentes.

Vite Ángeles había aparecido a las puertas de un bar de la Condesa con dos impactos en la cabeza. La Unión Insurgentes decidió vengarse y, apoyada por los dueños del Heaven, planeó el secuestro de los trece jóvenes, quienes presuntamente estaban ligados a un grupo rival, La Unión Tepito (dos de ellos eran hijos de los ex líderes de esa organización conocidos como El Tanque y El Papis).

Con agentes de la Secretaría de Seguridad Pública sirviéndoles de “muro”, 17 sicarios de La Unión Insurgentes sacaron a los jóvenes del bar un domingo a las diez de la mañana, y a bordo de camionetas los llevaron a Tlalmanalco.

Ahí los asesinaron, los desmembraron, y con ayuda de un trascabo los lanzaron a una fosa clandestina —a la que luego cubrieron con una capa de cal y otra de hormigón—.

¿Algo hay en ello que tiene ecos del caso Iguala?

Para empezar, en esta historia hay también una pugna entre dos grupos, La Unión Insurgentes y La Unión Tepito (en el caso Iguala, entre Guerreros Unidos y Los Rojos).

En la desaparición del Heaven participaron agentes de la Secretaría de Seguridad Pública local: varios elementos que “coadyuvaban” con los narcomenudistas fueron consignados, acusados de brindarles protección, anunciarles operativos y rondines, y efectuar “funciones de distracción” la mañana del secuestro.

Entiendo que en lo anterior no hay nada realmente extraño. Cuando más, llegaría a probar que los grupos del narcotráfico operan siempre bajo la protección de policías locales, y que su modus operandi está ya irremediablemente marcado por la desaparición brutal de sus víctimas (fosas, fuego, descuartizamientos, capas de cal y uso de trascabos).

Pero lo realmente extraño comienza aquí. Cuando Dax Rodríguez Ledesma, uno de los socios del Heaven, supo que tenía una orden de presentación y localización (miembros de la Unión Tepito lo habían señalado como uno de los responsables, incluso como uno de los autores intelectuales del plagio de los jóvenes) decidió huir de la ciudad.

Y fue a esconderse a Iguala.

En una ciudad que, ahora lo sabemos, cada entrada, cada calle y cada avenida era vigilada las 24 horas del día por halcones de los Guerreros Unidos, Dax Rodríguez pudo pasearse durante dos meses en un convertible último modelo, en compañía de su novia.

La última vez que se le vio con vida estaba en Plaza Tamarindos, la millonaria propiedad del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y de su esposa, María de los Ángeles Pineda, detenidos por su presunta responsabilidad en la desaparición de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.

Veinte días después de su desaparición, Rodríguez, su novia y una prima de ésta aparecieron en un pasaje de Huitzilac, un municipio de Morelos que se encuentra bajo el azote de los Guerreros Unidos.

Según una nota publicada entonces, por la forma en que se encontraron los cuerpos se presume que los tres se encontraban con vida cuando se les prendió fuego. Los cuerpos, semiconsumidos, todavía mostraban señales de tortura.

Una línea del Heaven lleva pues a la ciudad de Iguala. Y otra línea, en reciprocidad, lleva a Iguala hacia la Ciudad de México. Las dos se hallan dentro del corredor de droga que alguna vez controló Arturo Beltrán Leyva, y que tantos muertos y tanta sangre y tanto horror ha dejado: el México-Acapulco.

Autoridades especializadas en el combate a las drogas estiman que la mayor parte de la mariguana que se consume en la Ciudad de México procede de la sierra de Guerrero. El cártel más cercano a la capital, por otro lado, es justamente Guerreros Unidos. Hutizilac, por hablar del municipio arriba citado, está a sólo 50 kilómetros de distancia (La Familia Michoacana, dicen las autoridades, suele limitar sus operaciones a municipios del Edomex).

¿Sería el Heaven apenas la sombra de una operación criminal que el gobierno capitalino ha negado repetidas veces? ¿Un eslabón que anunciaba lo que iba a vivirse en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014?

El caso Dax Rodríguez provoca preguntas. Muchas preguntas.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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