En Iztapalapa sucedió un cataclismo. Antes de la elección de comités ciudadanos y consejos de los pueblos, y de consulta del presupuesto participativo 2017, celebrada el pasado domingo, candidatos de 250 fórmulas anunciaron que iban a declinar su participación en el proceso.

La razón: la delegada perredista Dione Anguiano, según dijeron, “había metido las manos” en el proceso —en el que a nivel general se decide el destino de unos 850 millones de pesos.

En esos días, vecinos que acudieron al Instituto Electoral de la Ciudad de México denunciaron que la perredista estaba recolectando votos a cambio de una remuneración económica de 200 pesos.

La delegada rechazó las acusaciones en entrevista con EL UNIVERSAL. Afirmó que “los inconformes estaban dolidos porque en su momento le ofrecieron sus servicios y no los aceptó” y señaló que todo era producto de un golpeteo político de diputados de Morena “y uno que otro perredista, que buscan tener un control territorial”.

Los inconformes denunciaron también que la intervención política de la delegada Anguiano había llegado al punto de impulsar las candidaturas de familiares suyos para que éstos se adueñaran de los comités vecinales de San Miguel Teotongo I y San Pablo Lomas del Paraíso.

Sobre esto, la delegada no dijo nada. Porque lo cierto es que sus primos, Gabriela Quiroga Anguiano y David Quiroga Anguiano, acababan de inscribirse en la contienda, con grandes posibilidades de triunfar en las colonias arriba mencionadas.

Anguiano se limitó a asegurar que las elecciones se realizarían en calma, y dijo que la equidad y transparencia del proceso estaban garantizadas.

En esos días de guerra sucia, desatada incluso entre las tribus perredistas que operan en Iztapalapa, vecinos de diversas colonias documentaron con fotografías y videos domicilios repletos de tinacos para repartir entre los votantes, entrega de despensas y de botes de pintura, y condicionamiento de servicios públicos y programas sociales por parte de operadores políticos de la delegación.

Finalmente, el cataclismo democrático que se había anunciado, se cumplió.

Candidatos no de 250 fórmulas, sino de 276, renunciaron a participar en el proceso, porque no hubo “igualdad de condiciones para competir”.

Los grupos afines a Anguiano galoparon solos. Arrasaron este domingo en Iztapalapa: de 286 comités, se llevaron el triunfo en 230 (iba a escribir “lo obtuvieron”, pero no, más exactamente se lo llevaron).

Como sucedió en el resto de la Ciudad de México, en la delegación imperó el acarreo y la compra de votos. El 80% de las denuncias presentadas ante la Fepade están relacionadas precisamente con estos delitos.

La compra de votos se acusó hasta en 600 pesos el día mismo de la elección, en colonias donde los operadores habían hallado dificultades.

Aunque grupos vecinales salieron el domingo con mantas y cartulinas que rezaban “Vecino, que no compren tu voluntad” y “Saque las manos Dione”, nada, “prácticamente nada pudimos hacer”, aseguraron al columnista.

En 2013, la elección de comités vecinales y consulta del presupuesto participativo alcanzó un nivel de participación superior al 20%.

En esta ocasión alcanzó apenas una cifra de 11.7%.

Iztapalapa fue delegación en la que se reportaron más irregularidades en la presente elección: 99 de las 542 denuncias recibidas en la Fepade. Siguieron: Cuauhtémoc (72), Gustavo A. Madero (69), Coyoacán (49), Iztacalco (44) y Álvaro Obregón (40).

Leí en algún sitio que el gobierno capitalino había reportado que en el proceso hubo saldo blanco.

Y sí. Nadie se mató.

Pero lo que se hizo del modo más descarado por lo menos en las seis delegaciones señaladas, bastaría para decir que en términos de salud de nuestra democracia el saldo fue negrísimo.

Me extraña la indiferencia de los habitantes de la Ciudad de México ante el fraude electoral —documentado por cientos de comités ciudadanos del que fuimos víctimas todos este domingo. Los que votamos y los que no votamos.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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