Cuando el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, transmitió el sábado pasado la noticia de que Joaquín El Chapo Guzmán acababa de fugarse del penal de máxima seguridad del Altiplano, la tensión entre Aurelio Nuño, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, considerados “La Tríada del poder” que influye en las decisiones del presidente Enrique Peña Nieto y controla prácticamente la administración federal, fue imposible de ocultar.

La advirtieron de inmediato varios de los integrantes de la comitiva que acompaña al mandatario en su gira por Francia. Funcionarios que forman parte de dicha comitiva, y atestiguaron “el pleito entre La Tríada”, aseguran que Aurelio Nuño, el personaje que controla de modo absoluto cuanto ocurre en Los Pinos, reprochó al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la larga cadena de problemas, errores y omisiones que el gobierno ha venido enfrentando en materia de seguridad.

Nuño le recordó a Osorio que nadie sino él había propuesto que la Secretaría de Gobernación acaparara “todo en materia de seguridad e inteligencia”.

Videgaray le hizo saber a Osorio, por su parte, que no tenía por qué haber formado parte de la comitiva, puesto que su obligación era “cuidar la casa en ausencia del Presidente”.

Cuando la fuga de El Chapo se verificó, a las 20:52 del sábado 11 de julio, el presidente Peña Nieto viajaba hacia el aeropuerto de Gander, en Canadá, para hacer la escala de una hora que antecedió a su vuelo transatlántico rumbo a Francia.

Lo acompañaban, además de su esposa y varios colaboradores cercanos, los secretarios de Hacienda y Relaciones Exteriores, Luis Videgaray y José Antonio Meade, y el jefe de la Oficina presidencial, Aurelio Nuño.

Cuando la comitiva arribó a Gander, El Chapo ya se había fugado. El mandatario mexicano no apareció ante los medios en el aeropuerto canadiense: llegó a tierras francesas a las 6 de la mañana, hora de México, y no fue sino hasta unas siete horas más tarde que dirigió un mensaje desde la embajada mexicana en París.

Notas de prensa indican que se le veía “serio y apesadumbrado”.

El programa oficial contemplaba la presencia de diez secretarios, incluido el de Gobernación. Pero Osorio Chong regresó ese mismo día al país.

Quienes lo vieron irse afirman que volvió de la gira sabiendo que no dejaba en Francia a nadie que le cuidara la espalda, consciente de que iba a tocarle a él pagar por los platos rotos.

En el círculo cercano al Presidente privaba la idea de que la atención mediática a la fuga de El Chapo había dejado un margen muy limitado para la difusión del viaje de Estado. Los colaboradores de Peña Nieto buscaban desesperadamente una estrategia de control de daños.

En una columna publicada en estas mismas páginas el pasado 29 de junio, Salvador García Soto señalaba que “La Tríada maneja prácticamente la administración federal y al Presidente. No hay decisión que no pase por el punto de vista, individual o colectivo, de esos tres personajes que abarcan casi todo el espectro de acciones de gobierno. Son tres fuerzas iguales que se mueven en torno a Peña Nieto, que a veces se equilibran y complementan, pero en otras entran en tensión y chocan, provocando una lucha y una competencia silenciosa y soterrada, aunque los tres saben y se reconocen iguales en el ánimo presidencial”.

La fuga de El Chapo hizo que La Tríada llevara hoy esas tensiones al límite. Los imprescindibles del Presidente entraron en el momento de crisis más serio que han vivido en el sexenio.

Muchos creen que uno de ellos no sobrevivirá, políticamente, para contarlo.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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