La cabeza de Juan Carlos Osorio no está en peligro, a no ser que este sábado se presente otra humillante derrota. Lo que sí está en juego es la posibilidad para que el técnico de la Selección Nacional dé certeza a su proyecto de cara a la Copa del Mundo del próximo año.

Muy buen ejercicio el de Daniel Blumrosen en las siguientes páginas, donde nos demuestra que en el ciclo de Osorio no ha existido una repetición de alineación. Ha dirigido 26 partidos, y todos con distinto 11. Demasiado.

México estará en ese Mundial, no hay duda de eso. Sin embargo, lo que se mantiene son los cuestionamientos sobre el método y las formas del estratega, quien ha llenado de dudas su entorno en los únicos dos torneos oficiales en los que ha participado: la Copa América Centenario y ahora la Confederaciones. Las decisiones que ha tomado en la cancha lo han exhibido, ante Chile (2016) y Nueva Zelanda (el miércoles).

Puede defender el sistema de rotación bajo cualquiera de los argumentos que publicó en su libro “La Libreta de Osorio” y que suenan tan exquisitos como la mayoría de los discursos que se escuchan en las conferencias de prensa. Pero la continuidad no se gana con la palabra, sino con hechos. Hacer que este equipo mejore, y hasta ahora no ha sido el caso. Se esperaba que con lo vivido ante los chilenos, entendería que hay algo en esas rotaciones que no cuadra. No fue así. Incluso, en entrevistas posteriores a ese trauma futbolístico, reconoció que debía cambiar. Demagogia pura.

Pero lo peor es que no existe la figura de un director deportivo de Selecciones que le cuestione o pueda debatir este tipo de decisiones. Gran pendiente de los dirigentes de la FMF, aunque pareciera que Decio de María y Guillermo Cantú están a gusto sin ese personaje, como para no incomodar a Osorio. Sin embargo, ese contrapeso le haría bastante bien en estos momentos, porque por ahora, ninguno de sus auxiliares parece capaz de debatirle las decisiones. Tampoco necesita una nana. Simplemente, alguien que esté fuera de su círculo de colaboradores, quienes —por obvias razones— pareciera que a todo le dicen que sí.

Y ese personaje tampoco es Imanol Ibarrondo. El español puede ser muy buen motivador y energizar a los jugadores con tremendas charlas, pero al final no sirve para maldita la cosa en temas de cancha. Es el que los “terapea” y tranquiliza cuando vienen rotaciones injustas para quienes están a un nivel superior. Pero son los futbolistas quienes también deben comprometerse más.

El juego ante Rusia, una posible derrota y eliminación, no dejarán fuera a Osorio de esta Selección porque fue contratado para clasificar y dirigir en la Copa del Mundo, y ahí llegar al quinto partido. Ya cumplió con el primer objetivo, aunque faltan algunos partidos en el hexagonal. Ahora debe trabajar para trascender en el Mundial y aprender de sus errores.

La terquedad es gigantesca, el descontrol también. A Osorio no le queda más que ganar a los rusos para darle un gran golpe de credibilidad a su proyecto. En semifinales, será otro cantar y un análisis distinto.

@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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