De una lectura analítica y crítica de los resultados electorales del PAN el pasado 4 de junio, se podría arribar a una conclusión defendible con arreglo a los hechos: Acción Nacional no volverá a entrar por la puerta grande a Los Pinos, salvo que arme una eficaz coalición política con otros partidos y se presente como un puño de acero, herméticamente unido, en el 2018.

Margarita Zavala es una mujer exquisita en su trato, inatacable desde el punto de vista ético, distinguida y honorable (a diferencia palpable de su antecesora, la esposa de Fox, de patético recuerdo). Es abogada y ha sido diputada local en la Asamblea Legislativa del extinto DF y legisladora federal de representación proporcional, además de haber desempeñado diversos cargos en el seno del blanquiazul. Sin embargo, sus éxitos sonoros, sus timbres de orgullo para pretender encabezar el Poder Ejecutivo Federal dejan mucho que desear.

Como Primera Dama, bien pudo haber dejado huellas palpables de carácter institucional, como lo hiciera la muy querida maestra, doña Eva Sámano de López Mateos, al trabajar con tanta intensidad y excelentes resultados en la investigación, redacción y publicación de los libros de texto gratuito y abastecer a la niñez con desayunos escolares, dos eficaces herramientas para abatir la ignorancia y la desnutrición. Las comparaciones son odiosas, de sobra lo sé, pero no encuentro en el currículum de Margarita, (una líder incapaz de emocionar y la política en México es emoción más que razón y para ello basta seguir de cerca al señor Andrés López) los argumentos imprescindibles para justificar su candidatura nada menos que a la Presidencia de la República en el contexto de un México sumamente irritado, casi furioso, harto y decepcionado de los políticos que no integran gobiernos, sino pandillas.

Al respecto viene a mi mente el recuerdo de la reina Sofía, esposa del rey Juan Carlos de España, dedicada en forma ininterrumpida, de cuerpo y alma, a lo largo de 30 años, a la prevención del consumo de estupefacientes. Su encomiable labor en contra de las adicciones, apoyada firmemente por la sociedad civil a través de instituciones públicas y privadas y de los medios de difusión masiva, impactó a 7 millones de alumnos españoles. Es cierto que Margarita encabezó la campaña “Para Una Nueva Vida”, también para crear conciencia del daño producido por las drogas en la infancia, sí, pero los resultados obtenidos de ninguna manera justifican sus elevadas pretensiones. Como Primera Dama, en apretado resumen, desperdició oportunidades valiosas para ayudar a las mujeres y a los niños de modo que hubiera obtenido un estruendoso reconocimiento nacional, del que hoy carece.

Otro severo inconveniente, como lo mencionó Juan José Rodríguez Prats en un momento en acto de ejemplar valentía, consiste en el deseo de Calderón de imponer a su esposa en la Presidencia por encima de la voluntad de los panistas: “Ya basta —le dijo Prats a Calderón en el consejo del PAN— que sigas abusando, que sigas atropellándonos y ahora nos quieras imponer a tu mujer.” Todavía el ilustre panista fue más lejos al mencionar que Calderón había impuesto desde la Presidencia de la República a Germán Martínez, a César Nava, había orquestado un abucheo en contra de Manuel Espino e intentado imponer a Roberto Gil frente al PAN y a Ernesto Cordero como candidato presidencial, o sea un cacicazgo en el PAN, partido del que Calderón pretende apoderarse para ejecutar su propio proyecto político.

La gestión de Calderón en la Presidencia de México, debe ser enterrada con sonidos de trompeta lejanos como cuando se entierra a un líder del país. ¿Quién va suponer que si impuso o quiso imponer a tantos panistas en contra de su partido al que lastimó gravemente, ahora sucede que respetará a Margarita y él se dedicará a la contemplación del florecimiento de las jacarandas en los meses de marzo? Es evidente y reconocida la intolerancia de Calderón, su carácter necio e intransigente como corresponde a un titular de la verdad absoluta. ¿Conclusión? Margarita no debe ser candidata por Margarita misma y por ser esposa de Calderón de quien muy pocos quisieran acordarse, más aun después de haber desquiciado al país al haberle declarado la guerra armada a los narcos, solo para crear mil cabezas más de traficantes.

Rafael Moreno Valle, ¿qué tiene de panista Rafael Moreno Valle, un político ventajoso de clara extracción priísta, una razón más que suficiente para descartar su candidatura? Moreno Valle está indicando su capacidad de manipulación perversa de la opinión pública, desde que ha contratado cientos de anuncios publicitarios espectaculares para promover un libro que nadie lee, pero sí es especialmente útil para divulgar sus pretensiones presidenciales sin caer en los supuestos actos anticipados de campaña. La empresa editorial que distribuye el libro jamás recuperará los gastos de publicidad en la radio y en la televisión, por lo que vale preguntarse ¿dónde salieron los millones de pesos, valuados en cientos de millones de pesos, para difundir un texto descafeinado? La sola promoción equivale a darse un tiro en el paladar desde el punto de vista financiero. Entonces, ¿quién paga esos enormes gastos? ¿De dónde salió el dinero? ¿Cómo se atreve a manipular a la opinión pública con evidentes actos anticipados actos de campaña que el INE no ve, como tampoco vio en Coahuila?

Creo que los jerarcas del PAN están obligados revisar el monto de la deuda poblana, purgar los movimientos, revisar los fideicomisos, unos más sospechosos que otros, recordar la ley bala, el caso Chalchihuapan, auditar la construcción de la Estrella de Puebla, recuperar el caso de los feminicidios y la compra de equipo de espionaje para espiar a sus críticos y a la oposición, ahora precisamente cuando este tema se encuentra tan de pavorosa moda.

Moreno Valle es un precandidato muy vulnerable. La manipulación ostentosa de las leyes electorales y la turbia densidad de sus finanzas (hasta que no se aclaren, si es que lo logran) no permiten suponer que sea el hombre llamado a encabezar la gran purga ética que requiere esta nación de la misma manera que un moribundo exige la mascarilla de oxígeno.

Ricardo Anaya puede tener el “pecado” de la juventud, pecado que conlleva la inexperiencia, salvo por su experiencia legislativa, pero su presentación bien articulada y vertebrada técnicamente, en un inglés estupendo en la Universidad de Georgetown, sus debates con líderes como Manlio Beltrones, de donde salió como vencedor indiscutible, su papel al frente del PAN (con excepción de Josefina Vázquez Mota, otra gran mujer pero ya notablemente fatigada) fue exitoso durante las elecciones estatales el año pasado. No me preocupa su edad, como tampoco le preocupó a los franceses la de Macron. Veo en el Ricardo Anaya, aún sin haberlo tratado en lo personal, y reduciendo mis conocimientos al respecto, a la información periodística en manos de cualquier ciudadano, que él puede llegar a encabezar una buena opción para el PAN. El líder está ahí. Esperemos a ver su desempeño. No le temamos a la juventud y a sus ideas frescas. Las prefiero a las que saca López Obrador del bote de la basura.


@fmartinmoreno

www.franciscomartinmoreno.com

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