¡Despierten, queridos chilangos, “la muy noble y leal Ciudad de México” está a punto de ser víctima de una felonía de dimensiones históricas! Si 75% de los capitalinos se abstuvo de votar por una nueva Constitución, es la hora de poner una lupa al proyecto constitucional redactado por un ferviente grupo de comunistas, quienes, entre otros objetivos suicidas, pretende desaparecer la propiedad privada en la capital de la República. ¡Así de claro…!

Ni París ni Londres ni Ottawa ni Madrid ni Washington, entre otras importantes capitales del mundo, tienen su propia Constitución: bastan las leyes y reglamentos promulgados para regular la operación de esas ciudades, varias de ellas con el mismo grado de complejidad administrativa o más, que el DF.

¿Sabía usted, querido lector, que esta carta verborreica y demagógica, nada de Constitución, protege el derecho de vendedores ambulantes, en contra del comercio organizado, éste sí sujeto a los gravámenes necesarios para financiar el gasto público? ¿Acaso no promueve el “trabajo autónomo y por cuenta propia realizado en espacios públicos”? ¿No protestamos todos en contra del ambulantaje? Pues a partir del año entrante no sólo se estimulará a los trabajadores callejeros, sino que gozarán de servicios de sanidad para promover la informalidad, a sabiendas que 60% de los mexicanos no pagan impuestos… Promete derechos imposibles de financiar y que comprometerán el gasto de la Ciudad por el que supuestamente ha venido luchando Mancera. ¿Cómo entender? De la misma manera en que se debe entender a Hugo Chávez, a Maduro y a Castro…

Propone principios mágicos como los siguientes: “Esta Ciudad se concibe como un espacio civilizatorio, democrático, laico, incluyente, accesible, sostenible, justo, pacífico, productivo, educador, habitable, de seguridad y movilidad humana y social”, “espacio de refugio, asilo y protección ampliada”. ¿Qué tal? ¿La ciudad de la alegría, una megalópolis justa, tranquila, eficiente, sin delincuentes, con empleo, con bienestar para todos, con movilidad, sin contaminación, habitada por individuos educados en una atmósfera de pureza ambiental… Tan, tan… ¿De quién se estarán burlando los asambleístas dispuestos a votar a favor de ese esperpento legaloide? A partir del 5 de febrero de 2017, todos los capitalinos, amados chilangos, tenemos la obligación inescapable de ser felices…

¿Quién puede comprender el significado de instruir al gobierno local para fomentar la “vivienda cooperativa” y la “igualdad sustantiva para todos”? ¿Qué tal el artículo 10? Toda persona tendrá el “derecho a una sexualidad plena en condiciones seguras… Las autoridades adoptarán las medidas necesarias para garantizar el ejercicio de estos derechos”. Y para rematar mi columna cargada de tinta fresca, ahí les dejo esta propuesta contenida en el artículo 5: “Queda estrictamente prohibida y será sancionada toda práctica clientelar o corporativa en la prestación o gestión de servicios públicos y programas sociales”. Es decir, en esta Ciudad se acabaron los moches y los políticos corruptos y bla, bla y bla…

Despierten chilanguitos queridos, estamos a las puertas del infierno… Deberíamos instalar un nueva pira en la Plaza del Volador y quemar en leña verde a los asambleístas comunistas que propusieron la destrucción de la capital de la República, de modo que yo pongo el primer leño…

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