Luis Videgaray Caso tropezó de nuevo y con la misma piedra.

Queriendo ser el protagonista del gobierno federal, ha llevado a su jefe una y otra vez a darse de golpes contra el #MuroTrump.

Hace cinco meses:

Invitó al candidato republicano a México. No consideró la opinión de persona alguna. Empezando por quien estaba al frente de la diplomacia, Claudia Ruiz Massieu Salinas. La saltó olímpicamente.

Todavía como titular de Hacienda acudió a Televisa para defender lo que había hecho. Fue al efímero espacio de Joaquín López Dóriga Si me dicen no vengo. Lo acompañó sólo su amigo, el dirigente del PRI, Enrique Ochoa. Claudia Ruiz Massieu no llegó al programa.

La silla vacía en el set reflejó el hueco que el reducido círculo en Los Pinos ha provocado al mandatario mexicano. “Son muy soberbios”, me han comentado empresarios y funcionarios. “No escuchan”. “Luis toma las decisiones”.

Lo que sucedió después es bien sabido. La mano derecha de Peña renunció ante las críticas y regresó tras el triunfo de Trump. La popularidad del Ejecutivo federal se desplomó.

Esta semana:

Videgaray se reunió en Washington con asesores del gobierno estadounidense. En esta ocasión, a quien hizo a un lado fue a Miguel Ángel Osorio Chong.

Más tardó en aterrizar que Trump en firmar la construcción del muro y declarar que México pagaría.

Y más tardó Peña Nieto en negarlo y dudar en ir o no al encuentro con el buleador, que éste en escribir en su cuenta de Twitter: Si México no quiere pagar el muro, entonces sería mejor cancelar la próxima reunión.

Videgaray se ha apresurado.

Horas antes de la cancelación declaró a Televisa, ahora a Denise Maerker, que había sido un día de contrastes con señales desconcertantes y por otro lado con conversaciones alentadoras. “Son mensajes que pueden significar un inicio muy positivo para los temas sustantivos”, dijo. Bla, bla, bla.

Llegó la hora de escuchar también a los demás poderes y a la sociedad. Un hombre (para colmo cuestionado por sus resultados) no puede estar tomando en solitario las decisiones importantes de una nación plural. Ni siquiera el Presidente lo debe hacer.

A pesar del complicado panorama, EPN tiene una oportunidad. Puede sumar otras voces para enfrentar la amenaza externa. Puede voltear a su alrededor y ver más allá del ladrillo en la pared.

Para ello, necesita que el dúo Videgaray-Peña termine y su secretario renuncie. Que renuncie a dirigir lo que no conoce. A cualquier aspiración rumbo a 2018 que nuble su desempeño. A la amistad con el yerno de Donald si es para beneficio propio y no del país. A la soberbia disfrazada de aprendiz de canciller.

¿Habrá tocado fondo el presidente Enrique Peña?

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