Durante los últimos meses, los mercados han estado tan enfocados en la posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea que han dado poca relevancia a los datos económicos de EU, principalmente a si estos reflejan un escenario de “nueva normalidad“ o de desaceleración.

El tema de la “nueva normalidad“ se refiere a los cambios estructurales que la economía de EU ha enfrentado en las últimas décadas, los cuales se han hecho más evidentes a medida de que se ha acelerado el fenómeno del envejecimiento poblacional, aunque no se limitan a éste último. En general, el envejecimiento poblacional impacta negativamente a las tasas de interés ya que la población joven tiende a ser deudora, mientras que la adulta tiende a ser ahorradora. Además, los diferentes patrones de consumo de la generación conocida como millennials acentúan este efecto y favorecen una menor sensibilidad de la economía ante cambios las tasas de interés, reduciendo la efectividad de la política monetaria.

Aunado a ello, investigaciones de la Fed destacan ciertas tendencias seculares que iniciaron antes de la crisis de 2008, tales como una menor creación de negocios, destrucción de empleos de habilidades medias, baja movilidad laboral y una redistribución desfavorable del empleo.

Por ejemplo, la salida de trabajadores de ingresos altos del mercado laboral y el incremento en la desigualdad explica parte del estancamiento de los salarios. Así, el impacto de los cambios estructurales va más allá de la caída en la fuerza laboral, afectando a variables tales como el ahorro, el consumo, la productividad, los salarios, la inversión, entre otras.

Los factores señalados impactan en los niveles de equilibrio de la economía de EU, hecho que se observa en la trayectoria de las proyecciones de la Fed. Entre 2011 y 2016 el promedio de las expectativas a largo plazo de los miembros de la Fed ha disminuido de 5.4% a 4.9% para la tasa de desempleo, de 2.7% a 1.9% para el caso del crecimiento económico, aunque se ha mantenido en 2.0% para la inflación.

Además, tan sólo de principios de 2015 a la fecha se redujo su previsión sobre la tasa de interés de equilibrio del 3.7% al 3.1%. Así, la tasa natural de interés también ha presentado una tendencia bajista e incluso podría ubicarse en terreno negativo.

Considerando los factores estructurales antes mencionados y las reducciones presentadas en la última reunión, es probable que los ajustes a la baja continúen. Las proyecciones de junio reflejaron que el miembro más pesimista de la Fed (J.Bullard) estima una tasa de interés promedio de +0.625% para los próximos dos años. Cabe destacar, que dicho miembro omitió su pronóstico a largo plazo lo que sugiere una tasa de equilibrio alrededor de dichos niveles o bien una expectativa de debilidad económica. Lo anterior es relevante ya que, tal y como se ha señalado previamente en este espacio, ciertos indicadores de la economía norteamericana muestran señales sobre una potencial desaceleración. Algunas de estas variables son el Índice de Condiciones del Mercado Laboral (LMCI), el ciclo de inventarios, la producción industrial, los últimos reportes sobre la nómina no agrícola, entre otros indicadores.

Es un hecho que el impacto de los cambios estructurales continuará agudizándose y es altamente probable que ello se combine con una desaceleración del ciclo económico. El gran reto que enfrenta la Fed es distinguir los cambios irreversibles de los cíclicos, pues su campo de acción se limita únicamente a los segundos. Ante una desaceleración, la Fed tendría que seguir postergando el alza de tasas, mientras que ante menores niveles de equilibrio tendría que reducir sus niveles objetivo.

Ambos casos favorecen el que se continúe postergando la siguiente alza de tasas más allá del 2016. Dado que los mercados financieros aún deberán incorporar lo anterior, serán determinantes las próximas cifras económicas principalmente de empleo.

Analista en Economía Internacional

Correo: daniela.ruiz@barcelonagse.eu

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