Morena ganará Veracruz. Lo perfilan las mediciones. No importa si el candidato a gobernador, Cuitláhuac García, termina obteniendo más votos que sus dos contrincantes, algo que puede suceder. Pienso que ganará porque la votación que alcance el partido de López Obrador en esa entidad de más de 5 millones de electores será la gran nota nacional del 5 de junio.

¿Cómo se habría llegado a ello si la competencia cantada era entre el PRI con Héctor Yunes y el PAN-PRD con Miguel Ángel Yunes? Quizá no sea difícil de explicar.

Primero, Morena postuló a Cuitláhuac, un candidato sin cola en un proceso donde el tema esencial sería la promesa de una guerra sin miramientos contra la corrupción. Morena tenía incluso otra carta para esa encomienda en la diputada Rocío Nahle. Ante la pésima imagen del gobierno priísta de Javier Duarte y la sospechosa fortuna y los escándalos de Miguel Ángel Yunes, el lopezobradorismo se presentaría como el voto honesto, de castigo, antisistema, de cambio.

Segundo, como la de Josefina Vázquez Mota en la contienda presidencial de 2012, la estrategia de Miguel Ángel Yunes fue descargar el arsenal contra el PRI “corrupto, tramposo, mentiroso, impune, ineficaz”. Como Josefina, Yunes calculó que recogería la cosecha del voto de castigo. Parece que quien lo hará será el lopezobradorismo, como en 2012. Lección para el 2018: no basta con prometer cárcel para el corrupto, lo significativo es quién desenvaina la espada justiciera.

Tercero, la campaña entra en la recta final sin que el candidato priísta Héctor Yunes calibre su mensaje. Desprecia al gobernador priísta, pero el diseño estratégico le impide dispararle al pecho. La orden del PRI nacional de ponerle un bozal a Duarte para que no se le ocurriera apoyar al abanderado tricolor, no parece haber sido suficiente para marcar distancia con él. Héctor Yunes es el PRI y en Veracruz 2016 el PRI es, inexorablemente, Duarte. Lección para el 18: la cercanía con un mandatario mal evaluado y con una marca desprestigiada traerá, inexorablemente, malas cuentas.

Cuarto y último, no se necesita hacer una campaña estupenda para ganar en una intemperie tan descompuesta. Basta con seguir el manual de que Morena no es “ratero ni ladrón”, de que “no miente, no roba y no traiciona al pueblo”. Y cuidarse de no resbalar. Cuitláhuac no ha sido un carismático tipo Fox, Obama, Trump. Se ha concentrado en jugar con el librito, servirse del voto duro de López Obrador y no poner nerviosos a los indecisos que, si salen a votar en dos domingos, le pueden dar el triunfo.

Y le pueden entregar en bandeja la Villa Rica de la Veracruz a López Obrador. Magnífica plataforma hacia la conquista de la gran Tenochtitlán.

MENOS DE 140. Mal comienza la semana… vienen trabajos muy duros contra Miguel Ángel Yunes y Javier Duarte, lunes y martes.

gomezleyvaciro@gmail.com

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