Un “¡vámonos!” parece escucharse en el video, una voz que brota del subsuelo de la celda 20 del área de Tratamientos Especiales del penal del Altiplano a las 8:52 de la noche del sábado 11 de julio de este año, cuando se fugó Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

La difusión de la imagen con audio de lo que sucedió esa noche (tras presentarlo en Primero Noticias de Televisa lo subí íntegro a ) puso en jaque a un gobierno federal cuya respuesta inicial a la fuga había sido la divulgación de un video sin sonido que ubicaba al escape en algo así como un acto casi mágico del capo más poderoso del mundo, cuando en realidad los escandalosos taladros y la lentitud en la reacción de los oficiales deposita el asunto en la tesitura de la corrupción.

Justo cuando se debatía sobre las implicaciones de esas imágenes —de pronto parecía que el gobierno estaba más dedicado a descubrir de dónde saqué esas imágenes, que en la recaptura del criminal que ahí aparece y sus secuaces— en la televisión de Estados Unidos y a los pocos minutos en la prensa mexicana en general se difundió que la Marina de nuestro país estuvo a punto de recapturar a Guzmán Loera.

La atención pública se centró en descubrir los detalles de los operativos, saber qué tan cerca, dónde fue, en qué se refugia, cómo huyó… la fascinación por la narcohistoria en clímax.

Y casi de inmediato, después de una investigación coordinada desde Gobernación y llevada al cabo por el Cisen con la colaboración de la PGR, el Ejército y la Marina, se dieron a conocer las detenciones de una decena de presuntos involucrados en colaborar desde afuera del penal en la escapatoria del más buscado. En estas Historias de Reportero usted se enteró de la trama que se desprende de una indagatoria que luce de primer mundo y que, según fuentes confiables, ha sido avalada por expertos de Colombia e Israel que llegaron a asesorar a México en su intento por recapturar al Chapo Guzmán.

Altos funcionarios del gobierno federal me dicen que están seguros de que va a ser aprehendido de nuevo. No saben cuándo, pero están ciertos de que antes de que termine el sexenio. Los menos se aventuran más: antes de que termine el año.

La evaluación política de casi todos es que una eventual recaptura no reparará el costo de la fuga. Que en algo sanará la vergüenza pero no del todo. Que el saldo seguirá siendo rojo, aunque mucho menor. Quién sabe. Quien diga “yo soy capaz de predecir a la opinión pública”, que tire la primera encuesta.

SACIAMORBOS. La pregunta más interesante, a partir de una posibilidad real de recaptura, me parece que es la que tiene que ver con el cómo:

Si lo agarran vivo, ¿las autoridades lo van a mandar a otra prisión de supuesta máxima seguridad mexicana con lo vulnerables que sabemos que son y el peligro de que vuelva a escaparse? ¿O lo van a extraditar a Estados Unidos donde puede decir todo lo que sabe y peor aún para ellos, ser incentivado por los intereses americanos para decir lo que no sabe, pero que puesto en sus labios se vuelve explosivo?

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