Primero fue una pieza sobre cómo el gobierno de México estaba retrocediendo en derechos ciudadanos al impulsar la Ley de Seguridad Nacional. Esta semana, un reportaje sobre cómo espía a defensores de los derechos humanos, activistas anticorrupción y periodistas.

El prestigiado periódico estadounidense The New York Times está claramente realizando, a través de un serial de publicaciones, un retrato sobre la administración Peña Nieto que dista mucho del reflejo que quiere promover el gobierno federal.

Lo que revela el NYT, a veces de manera explícita, a veces entre líneas, es que la “marca México” es una lujosa fachada detrás de la que se esconde una enorme impunidad en un país donde, fundamentalmente, todo mundo puede hacer lo que le dé la gana.

En un momento crítico para las relaciones México-Estados Unidos, cuando las visiones sobre nuestro país se polarizan, The New York Times retrata que nuestro país…

1.— No es una democracia vibrante como piensan en muchos sectores de la Unión Americana.

2.— No es este glamuroso, moderno, cosmopolita país de América Latina.

En cambio, que es un sitio donde la libertad de expresión tiene restricciones, donde se espía a los críticos del régimen, donde los periodistas mueren y nadie investiga, donde se mal usan los recursos que deben enfocarse en perseguir criminales. Que, como sucedió con el caso del Alianza para el Gobierno Abierto, terminó también espiando a las ONG a las que había tendido la mano por ayuda para mejorar sus prácticas de transparencia.

Y que en cambio, cada vez que pasa algo grave, la reacción del Presidente, casi como instinto inevitable, es juntar a todos los gobernadores, abrir una oficina especial para atender el tema, nombrar a un burócrata inútil y gastar millones de pesos para decir que se está resolviendo… mientras no se resuelve.

Un México que quiere mostrarse ante Estados Unidos como un socio confiable y a la altura, como Canadá, pero en el fondo su gobierno tiene prácticas que navegan en las aguas de realidades autoritarias como Turquía y China. En uno de sus reportajes menciona a estos dos países, en un contexto de comparación: que todavía no estamos ahí, pero que para allá vamos.

¿El problema es el retrato? No. ¿El problema es el mensajero, The New York Times? Tampoco. El problema es que esas cosas suceden aquí en México, en un país cuyo gobierno sólo quiere hablar de su apertura comercial, sus edificios modernos, su cine exitoso, sus restaurantes de talla mundial y su manejo macroeconómico responsable.

El problema es que en el resto del mundo, aunque el gobierno no quiera, las malas noticias también son noticia. Sobre todo si las genera el propio gobierno. Y son alimento para las visiones antimexicanas que tienen un inmejorable caldo de cultivo en el ambiente político estadounidense de la era Donald Trump.

SACIAMORBOS. Otra perla de Bucareli. En tan solo un año, subieron de 5 a 6 los asesinatos de mujeres en promedio ¡al día! en México.

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