Primero fue un brindis con varios invitados. Luego se quedaron a la cena solamente los personajes clave. La anfitriona fue la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson: en su casa ofreció la velada.

Después del coctel la comida se sirvió sólo para el grupo más selecto. Permanecieron, según me cuentan, el empresario Rex Tillerson y el general John Kelly, secretarios de Estado y de Seguridad Interior de la Unión Americana, respectivamente, con algunos altos funcionarios del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Sucedió en la primera noche de su visita de dos días a México en la que, al parecer, ambos funcionarios dejaron una extraordinaria impresión en los representantes del gabinete mexicano.

A Rex Tillerson lo percibieron independiente, con voz propia, autónomo. No un hombre que va a ser un “perrito faldero” del presidente Donald Trump, sino alguien capaz de contradecirlo y, llegado un extremo, desprenderse de él. Quizá tiene que ver con que su fortuna personal se calcula en más de 300 millones de dólares, después de encabezar la multinacional Exxon. Así que no necesita de Trump ni del gobierno para vivir y muy bien.

El general Kelly sorprendió. Tiene la sólida formación —idiomas, libros, ciencias, viajes, combate— militar de los generales estadounidenses.

La cena fue inmejorable rompehielo en medio del momento más crítico de la relación México-Estados Unidos. Había incluso dudas sobre si el presidente Peña debería recibir a Tillerson y Kelly, pero al ver la actitud de ambos, al terminar la cena no hubo duda de que sí deberían conversar en Los Pinos.

Al día siguiente, la ruta entre altos funcionarios de ambos países se recorría en condiciones mucho mejores a las esperadas, hasta que… ¡Donald Trump abrió la boca! Declaró que las deportaciones de migrantes se darían en una operación militar.

Me cuentan testigos que, en medio de las conversaciones bilaterales, a los secretarios Tillerson y Kelly les informaron de esta frase de Trump. Y que se quedaron congelados. “No puede ser”, se habrían dicho entre ellos mientras miraban atónitos sus teléfonos celulares descubriendo las palabras de su jefe.

Para no descarrilar su gira, el general Kelly fue contundente al negar, en México y públicamente, que las fuerzas armadas vayan a ser utilizadas para perseguir migrantes sin papeles. Esta declaración fue clave, me dicen.

Sucedía otra vez con Trump. El tuit cuando aterrizaban Videgaray y Guajardo en Washington en su primera visita. La orden ejecutiva para el muro en la segunda vuelta. Y ahora esto. ¿Será descoordinación? ¿Será que aún no se asientan y por eso se contradicen? ¿O será una estrategia cuidadosamente diseñada para dar una zanahoria y un garrote, para jugar al policía bueno-policía malo?

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