Ya se veía venir que la invitación a marchar antier iba a estrellarse. Según cifras oficiales, acudieron 20 mil personas. Son pocas si pensamos que el SME juntaba 50 mil cada que quería en el sexenio de Calderón, que la CNTE tuvo a 80 mil desquiciando la capital del país durante semanas hace un par de años, que cualquier cierre de campaña federal aglutina a 100 mil y que el récord de movilización lo tuvo en 2004 la “marcha de blanco” contra la inseguridad que juntó a 700 mil.

El fracaso tiene explicaciones:

1.- La primera convocatoria a marchar fue difusa. Bajo el lema Vibra México, los organizadores promovían en sus entrevistas que ante la amenaza que representaba Donald Trump los mexicanos debíamos estar unidos. Sin embargo, el cartel convocante no señalaba nada de esto. ¿Qué decía? “Marcha ciudadana por el respeto a México. Para defender los derechos de todos y todas, exigir el buen gobierno que merecemos y celebrar el orgullo de ser mexican@”. Ni Trump, ni Estados Unidos, ni amenaza. Ningún detonante de emociones. Nada que moviera a la indignación. Vamos, ese remate de que hay “celebrar el orgullo de ser mexican@” a veces llega en las invitaciones a las posadas o a las fiestas del 15 de septiembre.

2.- Lo difuso de la convocatoria respondió a que varias de las organizaciones de Vibra México trataron de incluir en la marcha sus demandas nacionales propias, su agenda. Trump, pero Ayotzinapa. Trump, pero los derechos humanos vulnerados por las fuerzas armadas. Trump, pero la corrupción del régimen priísta. Trump, pero la seguridad pública. Cuando el gobierno federal detectó que en la convocatoria a la marcha antitrump no aparecía Trump, temió que se volviera una marcha antipeña. Y entonces operó para descalificarla y boicotearla.

3.- En ese ánimo se inscribió una singular convocatoria a una segunda marcha, a la misma hora y en el mismo lugar. Ésta, bajo el lema Mexicanos Unidos, explicó que el destinatario era Donald Trump. Y ya sin pudor, se lanzó a decir que no se valía en la marcha reclamar ni exhibir los problemas de México, que había que respaldar al gobierno, al Presidente. Si la marcha estaba moribunda, esto fue eutanasia política.

4.- Pleito entre los Vibra México y los Mexicanos Unidos. Tres días antes de la marcha, los dos frentes se sentaron en una muy poco convincente conferencia de prensa a tratar de convencer de que no estaban enemistados, que caminarían juntos. El gusto duró poco: al día siguiente sus organizadores ya se estaban peleando de nuevo en la prensa.

5.- Lo que pudo haber unido Trump, lo terminó separando Peña Nieto. ¿Marchar contra Trump era marchar a favor de Peña Nieto? La duda quedó sembrada y se desataron los desmarques: se bajaron organizaciones empresariales, atacaron los lopezobradoristas, se abstuvo todo el que piensa que Peña no es el indicado frente al reto y hasta hubo desde la opinión pública sorprendentes estigmatizaciones por el nivel socioeconómico y el color de piel de los marchistas y convocantes.

El resultado, un fracaso.

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