En Oaxaca la iniciativa privada protesta ante el gobierno porque no logra parar a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. En Michoacán la CNTE bloquea las sucursales de Bancomer porque la nómina estaba bancarizándose para arrebatarle el control de los pagos. En Guerrero el panorama de violencia tapa por momentos el conflicto magisterial.

Pero en Chiapas sucede todo lo anterior: los empresarios se rinden por los bloqueos, los maestros toman bancos con tal de no perder el control financiero y la CNTE deja de ser nota cuando matan alcaldes.

Chiapas es hoy lo que Oaxaca era antes: el más sólido bastión de la CNTE, el sitio donde le han ganado la partida al gobierno, han sometido al gobernador, en el que rigen la educación pública y vulneran la gobernabilidad.

Manuel Velasco, el joven mandatario del Partido Verde, luce rebasado, incapaz de orientar el problema, secuestrado por la CNTE, sin control de su gabinete en el que conviven viejos lobos del priísmo con perredistas neomorenistas, panistas proempresariales y un grupito de verdes que hacen sus pininos en el servicio público.

Hace poco, en una de las muestras más nítidas de cómo la CNTE ha doblegado al gobierno de Manuel Velasco, fue relevada del gabinete la secretaria de Educación, Sonia Rincón. Ella, de genealogía más bien cercana a la no menos infame maestra Elba Esther Gordillo, había sido firme ante la Coordinadora. Entró en su lugar Roberto Domínguez Castellanos, ex dirigente estatal del PRI y ex rector universitario local, con la encomienda de negociar. Lo primero que se había negociado era un secretario más a modo.

Este relevo, sin embargo, muestra que el desastre de la CNTE en Chiapas no sólo es atribuible a la administración de Velasco. La sustitución de la secretaria Rincón fue parte de las exigencias de la Coordinadora en la nueva mesa de negociación que les instaló la Secretaría de Gobernación en la Ciudad de México. En ella, la CNTE está obteniendo para todos sus agremiados prebendas estratégicas como que ya no les apliquen las multas y despidos a quienes hayan faltado a clases cuatro días consecutivos por participar en paros y marchas. De facto, la aniquilación de la reforma educativa de Peña Nieto.

En el reposicionamiento de la CNTE en Chiapas, pues, el gobierno federal ha sido también clave. Hay otros asuntos, como que por ejemplo no mandó a Chiapas el mismo número de policías que a Oaxaca. Chiapas tuvo mil elementos de la PF (contra cinco mil de su vecino) y después de Nochixtlán, están casi inactivos: ya ni operativos de disuasión hacen, lo que facilita las tomas de carreteras.

Y, claro, hay también factores ancestrales. La pobreza, la carencia de andamiaje institucional que pueda aterrizar políticas públicas con efectividad en corto tiempo, o algo que es mucho más que una efeméride: el hecho de que la Coordinadora haya nacido hace casi cuarenta años ahí, en Chiapas, y que ello ha derivado en cuando menos tres generaciones de maestros ideologizados en que la escuela es un centro de lucha más que de enseñanza y que la plaza de maestro es un derecho laboral históricamente ganado.

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