Incluso los institutos estadísticos de las naciones más desarrolladas aceptan que sus encuestas fallan por muchos miles de millones de dólares a la hora de medir los ingresos de sus ciudadanos.

¿Por qué? Porque la gente suele contestar que gana menos de lo real. Así que constantemente, los encuestadores oficiales en todo el mundo tratan de mejorar sus métodos de campo para contar con cifras más confiables del ingreso de las familias.

En México, el error es todavía más profundo por desconocimiento o mala memoria del encuestado, o por su miedo a Hacienda y/o a la inseguridad. En un país con tanta desigualdad, la estimación se complica porque muchas familias pobres no saben, por ejemplo, que deben contabilizar como ingresos los dólares que reciben de sus parientes en Estados Unidos.

Sin embargo, son los ricos quienes representan un reto estadístico mayor, por el monto de dinero que implica que habitualmente declaran que ganan decenas de miles de pesos menos que en la realidad o peor aún, ni le abren la puerta al encuestador, no vaya a ser un maleante.

Con este contexto, hace un par de semanas el Inegi se volvió blanco de críticas porque al dar a conocer los resultados de su encuesta sobre el nivel socioeconómico de los mexicanos, cambió la metodología, la volvió imposible de comparar con años anteriores y esto arrojó que, como por arte de magia, más de diez millones de mexicanos habían dejado de ser pobres.

Como lo han expresado varios especialistas, todas las encuestadoras oficiales del mundo tratan de mejorar sus métodos de campo para captar datos. Y cuando, como fruto de eso, saben que los resultados se volverán incomparables, suelen anunciarlo con muchísima anticipación y hasta durante varios años calculan los dos índices hasta que dejan de reportar el viejo y se quedan con el nuevo.

El Inegi mexicano no se fue por esa ruta sensata. Sin aviso, salió a decir que la encuesta que presentaba para medir la pobreza ya no era comparable con el pasado. Y a mí el asunto me despierta muchas sospechas. Me parece que detrás hay más un intento de manipulación política de las cifras de pobreza que un error de buena fe o una pésima estrategia de comunicación.

¿Por qué? Porque incluso los documentos base para realizar la mentada encuesta (oficialmente llamada Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015, MCS) exhiben que el Inegi nunca planeó que las cifras de pobreza no fueran comparables con años anteriores, so pretexto de una mejora metodológica.

En el portal del Inegi se puede encontrar el Manual del Entrevistador del MCS. En el sexto párrafo de la página 2, dice: “Para este proyecto se han tomado en cuenta las recomendaciones internacionales y los requerimientos de información de los diferentes usuarios, cuidando la comparabilidad histórica”.

Es decir, el plan original era hacerlas comparables.

Además, el MCS se considera Información de Interés Nacional, según acuerdo de la Junta de Gobierno del Inegi publicado en el Diario Oficial de la Federación el 4 de septiembre de 2012, y la fracción II del artículo 54 de la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica obliga a que esa Información de Interés Nacional “sea comparable en tiempo y espacio”.

Ya sin contar que, como lo denuncié el martes en estas Historias de Reportero, manipularon los documentos para ocultar que habían prometido que la encuesta sería comparable.

(Los documentos aquí citados pueden consultarse en www.carlosloret.com)

El Inegi está en un problema mucho más grave de lo que piensa. Ojalá haya consecuencias. Ojalá alguien tome cartas en el asunto. Y habrá que seguir investigando sobre la mano que maquilló la pobreza.

historiasreportero@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses