México mira a Estados Unidos a veces con recelo y envidia. Sin embargo, el seguimiento a detalle de lo que está sucediendo en su elección presidencial nos debería motivar para seguir su ruta en lo que a desarrollo democrático se refiere.

Para cualquiera que haya pulsado la elección del 5 de junio en México está claro que el PRI se llevó un voto de castigo, un voto que es más en contra del partido en el poder y sus prácticas deshonestas que un voto a favor de las propuestas del PAN, PRD o Morena, quienes se vieron más beneficiados conforme más ácidos eran sus discursos contra los gobernadores (corruptos) salientes.

Es común que ante la pregunta de por quién vas a votar, un mexicano responda sin mucho entusiasmo que por el menos malo.

Pues bien, en Estados Unidos se detecta un pesimismo similar. Una encuesta publicada en marzo por la cadena televisiva CBS y el periódico The New York Times muestra que la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump son los candidatos más repudiados en la historia electoral de la Unión Americana.

El 57% de los votantes dicen tener una “opinión desfavorable” de Donald Trump y el 52% acerca de Hillary Clinton. En la tabla histórica de los candidatos más odiados, Trump se encuentra en la cima con una clasificación negativa (-33) y Clinton está en segundo lugar con una puntuación también en números rojos (-21).“Tal vez no es sorprendente que la mayoría de los demócratas tenga una opinión desfavorable de Trump y que la mayoría de los republicanos tenga una opinión desfavorable de Clinton”, señala CBS al explicar el contexto de la encuesta. “Pero más de la mitad de los independientes tienen una opinión desfavorable sobre ambos candidatos” (en Estados Unidos la identificación de los ciudadanos con los partidos es mayor que en México y se consideran “independientes” los que no se declaran proclives a ninguno de los dos partidos o bien que voten más por el candidato que por el instituto político que los respalde).

Este rechazo se manifiesta en los seguidores del demócrata Bernie Sanders, quienes abuchean a Clinton cada vez que pueden y se resisten a pasarse de bando. Ni qué decir de Trump. El Partido Republicano nunca ha estado más dividido y a pesar de que varios líderes comienzan a alinearse con el magnate hay un grupo que desesperadamente busca una tercera alternativa conservadora.

El rechazo ciertamente jugará un papel clave en la elección de noviembre. Muchos saldrán a votar no necesariamente porque apoyan a Clinton, sino porque temen lo que pueda pasar si Trump llega a la Casa Blanca. Otros votarán con el hígado en contra de la vieja manera de hacer política que representa Clinton, con tal de romper con el orden de las cosas… aunque el que represente el cambio sea Trump.

A fin de cuentas, lo que eso significa, es que muchos estarán votando por “el menos malo”.

historiasreportero@gmail.com

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