Los del Vaticano están sorprendidos porque el papa Francisco no está teniendo el arrastre que esperaban en su visita a nuestro país.

Su cálculo era que los mexicanos se agolparían en las rutas del papamóvil, pero hay espacios vacíos y cualquiera que llegue diez minutos antes puede acomodarse en primera fila para verlo pasar.

En Ecatepec, Estado de México, se estimaban dos millones de personas viendo al argentino, entre misa y recorridos. El vocero del Vaticano aceptó que sólo llegó un millón.

Y si algo no estaba en sus pronósticos era que el Zócalo capitalino luciera a medias el sábado por la mañana cuando visitó Palacio Nacional, dio una vuelta por la Plaza de la Constitución, recibió las llaves de la Ciudad de México y acudió a la Catedral Metropolitana para pronunciar un discurso que no sólo zarandeó a los obispos, sino que abrevó de Octavio Paz y soltó varios párrafos de una calidad literaria que sorprendió a los más exquisitos.

Así pues, el Papa no está teniendo el arrastre que esperaban. Y eso es un problema para el  staff  del pontífice porque saben que su popularidad es el eje central de su legitimidad, de su autoridad moral. Sin ella, no hubiera podido reconciliar a Estados Unidos y Cuba distanciados desde hace más de medio siglo, ni sentarse a la mesa con el patriarca ortodoxo, algo que no sucedía hace un milenio.

Los cercanos al Papa esperaban que se nutriera en México, que exhibiera su músculo para regresar al Vaticano y dar la más dura de las peleas: la interna, contra la curia conservadora —privilegiada y corrupta muchas veces— que se resiste a los cambios y a la doctrina de Francisco.

Que no haya encontrado el respaldo que tenía Juan Pablo II les representa una decepción enorme. Hay todavía esperanza porque la visita aún no termina, pero ya tratan de identificar causas… o responsables.

¿Francisco no “jala” como pensaban? ¿Sus gestos de cercanía con la gente y sencillez no han bastado para conquistar al ciudadano? ¿Ha fallado la organización?

¿O no se han movilizado los más conservadores de la Iglesia mexicana (escuelas, asociaciones de laicos, agrupaciones parroquiales, diócesis y arquidiócesis, grupos de evangelización, pastorales)? ¿No han “operado” en llenar las plazas las organizaciones religiosas, los obispos y los cardenales que no se identifican con Francisco o peor aún, se sienten agraviados por él, porque les exige no vivir como príncipes, por su cercanía con movimientos y causas sociales, porque es considerado “de izquierda” dentro de la curia?

¿El Zócalo a medias es un desdén del cardenal Norberto Rivera o es a consecuencia del relajo con los boletos? ¿Es todo un reflejo de la crisis del catolicismo en México, particularmente entre los jóvenes que siempre son los más entusiastas en este tipo de eventos?

Con el paso de los días, con las pláticas de alto nivel, el Papa y su gabinete tendrán que dilucidar motivos. Y seguirán las patadas bajo la mesa, bajo el altar, con la sotana puesta.

SACIAMORBOS. Hasta el cierre de esta columna, en Morelia los sitios asignados para que los peregrinos acampen siguen sin ocuparse. A ver si sucede algo de última hora.

historiasreportero@gmail.com

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