El país con las mayores reservas de petróleo del mundo está sumido en el hambre y la desolación.

El gobierno de Nicolás Maduro anuló la recolección de 20% de firmas para la activación del referéndum revocatorio de su mandato, mecanismo que está previsto en la Constitución. Bloqueó la salida electoral a la crisis.

En respuesta, la oposición representada en la Asamblea Legislativa dio inicio a un proceso de juicio político contra Maduro, y convoca hoy a la Toma de Venezuela, para que los ciudadanos salgan a las calles de todo el país, con la Constitución en la mano, para expresar su repudio a este secuestro judicial del referéndum.

Mientras tanto, Monseñor Emile Paul Tscheerrig, enviado del papa Francisco, ha anunciado que el lunes 31 de octubre iniciará un diálogo entre el gobierno y la oposición, en la Isla Margarita, con el Vaticano como garante.

Los dirigentes de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) han agradecido al Vaticano su voluntad de mediar para lograr una solución al conflicto venezolano, pero al mismo tiempo sostienen que el oficialismo no ha dado señales concretas de buena voluntad para un acercamiento.

El diálogo debería tener cuatro objetivos fundamentales: respeto al derecho al voto, libertad para los presos políticos y retorno de los exiliados, atención a las víctimas de la crisis humanitaria y respeto a la autonomía de los poderes, no simplemente ganar tiempo para el gobierno de Maduro.

El 14 de octubre los jesuitas eligieron al venezolano Arturo Sosa Abascal como su máxima autoridad mundial, el primer latinoamericano que encabeza la congregación desde su fundación, en 1540. Al mismo tiempo se dio el anuncio de que el próximo cardenal de Venezuela será Baltazar Porras, uno de los grandes críticos del actual gobierno.

Ramón López Velarde escribió para México aquel verso de “El Niño Dios te escrituró un establo/ y los veneros de petróleo el diablo”, pero bien podía haberlo dedicado a Venezuela.

“No se entiende lo que pasa en Venezuela si no se recuerda que es un país que vive de la renta petrolera, y que esa renta petrolera la administra exclusivamente el Estado. En el caso de Venezuela, el hecho de que la renta petrolera sea directamente y exclusivamente dirigida al Estado, hace que sea el Estado el que mantenga a la sociedad, con lo cual se hace difícil esa creación democrática”, señaló Sosa. Afirmó que tampoco la oposición tiene un proyecto que permita pensar en un futuro no rentista, que es la única manera de poder salir, en el largo plazo, de la situación venezolana.

Maduro acosa, acorrala y descalifica a la oposición, pero sin tener el control de lo que pasa en el país, señala el poeta Alberto Barrera Tyszka. La tragedia venezolana se define hoy por la rabia del papá que no alcanzó a comprar leche para sus hijos tras cuatro horas en la fila, o por el desencanto de la mamá que sí consiguió pan en la tienda, sólo para ser asaltada por los ladrones a la salida. Dicen los opositores que el gran enemigo no es Maduro, sino la desesperanza. La crisis no terminará aun cuando se vaya Maduro, quien ya es peso muerto para muchos de sus antiguos aliados políticos.

El jesuita Sosa concluye que la construcción de la esperanza y la edificación de una sociedad democrática “deberá tener su fundamento y equilibrio en que el Estado esté subordinado a los ciudadanos, porque son los ciudadanos los que producen y mantienen al Estado”.

Profesor asociado en el CIDE
@Carlos_Tampico

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