Cuando no existe una explicación lógica, la explicación es metálica. Eso me decía un colega esta semana cuando tratábamos de entender por qué el gobierno de Peña Nieto decidió poner a tres fiscales de tan baja preparación a litigar el caso de Javier Duarte frente a los abogados defensores del ex gobernador de Veracruz, que son unos tiburones en la materia.

Al frente del equipo que lleva el caso Duarte se encuentra Marco Antonio del Toro, del despacho Del Toro Carazo Abogados. El señor ha litigado varios casos de alta notoriedad, como el Pemexgate; el del ex líder sindical Napoleón Gómez Urrutia; o el de Elba Esther Gordillo.

¿Cómo defiendes a fulano de tal si es un pillo? Dice Del Toro que le hacen esa pregunta de forma constante. La respuesta del abogado de Javier Duarte a una entrevista para Líderes Mexicanos es que las percepciones públicas muchas veces no corresponden con las acusaciones formales que se encuentran en el expediente.

“Mi papel no es el de ser juez, sino el de ser un equilibrio en donde hay un Ministerio Público que acusa, un defensor y un juez que resuelve. Y creo que debe prevalecer la verdad ante todo. Lo que no puede hacer un abogado defensor es inventar pruebas o testigos, eso es de un pillo. Un buen abogado analiza el expediente y si hay deficiencias en la acusación las hace valer. Si el Ministerio Público se equivocó lo deberá llevar él en su conciencia, no yo”.

Y eso precisamente hizo Del Toro el lunes pasado en la primera audiencia de Javier Duarte, cuando el ex gobernador de Veracruz llegó a la CDMX extraditado desde Guatemala. Litigó tras haber analizado el expediente que presentó la PGR y se aprovechó de una acusación deficiente de parte del gobierno federal y de sus novatos fiscales.

Ante esto, y dado que mañana sábado se llevará a cabo la segunda audiencia de Duarte, hay una pregunta fundamental en el caso:

¿Fue incompetencia o fue colusión la razón por la que la PGR presentó una acusación tan deficiente y colocó como fiscales a novatos? Platicando sobre esto con gente que estuvo en la primera fila de la redacción y aprobación del nuevo sistema penal acusatorio, el cual ha sido señalado como causante de la pobre actuación de los fiscales Pedro Guevara Pérez; Nely Magali Nabor Alvarado y Martha Estela Ramos Castillo, me dicen que el modelo acusatorio es el ideal, pero que la advertencia sobre la necesidad de capacitar a policías, ministerios, fiscales y toda la cadena de involucrados en el proceso no ha sido atendido.

Desde antes, en el sistema inquisitivo, armar casos sólidos de delincuencia organizada o lavado de dinero era complicado. Ahora, con el sistema penal acusatorio, las deficiencias, las incompetencias de los abogados, ministerios, fiscales… que forman parte de los más de 15 mil operadores de la PGR que tienen que ver precisamente con el ejercicio de procurar justicia en México, simplemente quedan en evidencia.

De todas formas, la falta de capacitación no despeja las dudas sobre la posible colusión entre el PRI-gobierno y la PGR para que Duarte quede en libertad cuando los tiempos políticos sean adecuados, es decir, pasando las elecciones de 2018.

No las despeja porque si el nuevo sistema penal acusatorio es la explicación para la inexperiencia o novatez de los fiscales, ¿por qué no vemos esa misma inexperiencia en los abogados particulares como Del Toro, quienes también han tenido que aprender a funcionar en este nuevo entramado legal?

Por el momento el marcador es Duarte 1, PGR 0. Y así, se le pinta otra raya al tigre del hambre de justicia y hartazgo social con la incompetencia-colusión de la autoridad.

@AnaPOrdorica
www.anapaulaordorica.com

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