Andrés Manuel López Obrador podría parecer un cascarrabias por su constante descalificación a las instituciones electorales, a los partidos y políticos que no están con Morena, a los medios de comunicación y a los empresarios que no lo apoyan señalándolos como la mafia del poder. Sin embargo, no todo es negativo para el ya casi tres veces candidato a la Presidencia de México.

En uno de sus más recientes mensajes de video, grabado y difundido a través de YouTube, AMLO alabó el papel que juegan medios de comunicación no tradicionales como Twitter y Facebook.

Dice AMLO en este video que es gracias a las redes sociales que movimientos como el suyo, movimientos opositores a la mafia del poder, han adquirido la posibilidad de comunicarse con la ciudadanía.

AMLO fue más allá. Llamó a las redes sociales una bendición mediante las cuales se ha podido romper el cerco informativo para que él y sus simpatizantes puedan enfrentar el fraude electoral. Acto seguido presentó un cuadernillo con lo que parece ser una estrategia del gobierno federal para ganar la elección del 4 de junio en el Estado de México, en la que aparecen los distintos municipios del estado divididos entre miembros del gabinete encargados de ir a hacer campaña en favor de Alfredo del Mazo.

AMLO tiene razón en señalar a las redes sociales como un mecanismo más abierto y al alcance de cualquiera. Lo que no me queda seguro es qué tanto aportan a la democracia. Más bien creo que representan un enorme reto dentro de ésta.

Desde su nacimiento en 2007, Facebook y Twitter —junto con el iPhone— fueron vistos como una herramienta eficaz de comunicación al alcance de todos. Tan funcionales que jugaron un papel decisivo en la Primavera Árabe que arrancó en Túnez en 2010 y se esparció por toda la zona, desde Argelia hasta Catar, pasando por un total de veinte países de la región con poblaciones enteras animadas a través de las redes, pidiendo en las calles la destitución de sus líderes autócratas o dictadores.

Cayó Ben Ali en Túnez; Hosni Mubarak en Egipto; Gadaffi en Libia… y desde entonces comenzó la guerra civil en Siria en contra de Bashar Al Asaad.

Se escribieron y grabaron reportajes y análisis mencionando el importante papel de las redes sociales que ya antes habían logrado que el movimiento de un activista en las calles de Chicago lo llevara a ser senador y finalmente ganara la Presidencia de Estados Unidos para el primer afroamericano: Barack Obama.

Sin embargo, década y media después de tal furor por las redes sociales, la más reciente elección en Estados Unidos, como antes el Brexit, mostraron que éstas son una herramienta de doble filo. Una herramienta que funciona igual de bien para sacar a las calles a gente a exigir rendición de cuentas de sus dirigentes, pero también para esparcir noticias falsas, fake news, que desprestigian a las instituciones tradicionales para darle paso a los movimientos e individuos antisistema. El Journal of Democracy sacó incluso un excelente artículo con la pregunta de si la democracia puede sobrevivir al internet.

Tiene razón AMLO en señalar los beneficios de utilizar redes sociales para dar más información a los ciudadanos. Pero hace falta preguntarnos ¿cómo sabemos que ese cuadernillo que presentó AMLO es auténtico? El reto de la credibilidad sigue vigente, igual que en los medios tradicionales. A ver cómo decidimos en México incorporar este reto sin caer en la censura o destrucción de las redes sociales como mecanismo adicional de comunicación.

@AnaPOrdorica anapaulaordoricam.com

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