Empecemos con una cifra de cuatro dígitos: 6 mil 511. Ese es el total de víctimas de homicidio doloso acumulado en los primeros tres meses de 2017, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Dividámoslo entre 90, el número de días del periodo. Se obtiene un promedio (aproximado) de 72.3 asesinatos por día. Multipliquemos ese número por 365. Llegamos entonces a un total anual estimado de 26 mil 389 víctimas de homicidio doloso para el año que corre.

Pero allí no acaba el cálculo. Todas las operaciones previas las hice a partir de datos del SESNSP. Pero, desde hace un buen tiempo, el SESNSP reporta menos homicidios que el Inegi. Un diez por ciento menos, aproximadamente, si se hace la comparación con víctimas. Luego entonces, si 2017 se parece a años recientes, el número de víctimas que acabe reportando el Inegi se ubicará en torno a 29 mil.

Eso, claro, si el resto de 2017 se parece al primer trimestre del año. Si es ligeramente más violento en promedio (algo nada descabellado), el total de asesinados bien podría llegar a 30 mil. Repito: 30 mil personas asesinadas en un año.

¿Y cómo se compara eso con la historia reciente? Bastante mal. En 2011, en el pico de la escalada de violencia del sexenio de Felipe Calderón, se acumularon 27 mil 213 víctimas. Diez por ciento menos que el resultado posible y hasta probable de este año.

Pero, me dirán con razón, hay más población en 2017 que en 2011. La comparación debe hacerse en términos de tasa por 100 mil habitantes. En 2011, llegamos a 24 homicidios por 100 mil habitantes. Este año, la tasa podría ser ligeramente menor a esa cuota si el total absoluto anda sobre 29 mil asesinatos. Pero, si hay algo de peor suerte y el número de víctimas se abalanza hacia 30 mil, podríamos tener en 2017 la tasa de homicidio más elevada desde mediados de los años sesenta.

Y el año que entra, bien podría ser peor. Lo más preocupante de la situación actual no es el nivel, sino la trayectoria. Si se compara el primer trimestre de 2017 con el mismo periodo de 2016 (ajustando por el hecho de que 2016 fue año bisiesto y tuvo un día más), el incremento es de 34.4%. En comparación con el último trimestre de 2016 (y, de nuevo, ajustando por efectos de calendario), el incremento es de 7.5%. Eso equivale a una tasa anualizada de crecimiento de 30%. Para no ponerse muy técnico, a ese ritmo, el número de homicidios se duplicaría en dos años y cinco meses.

Y en algunos estados, el crecimiento ya es francamente geométrico. En Baja California Sur, el número de homicidios se incrementó 911% en el primer trimestre con respecto al mismo periodo del año pasado (y no, no es un error de dedo). En Veracruz, los asesinatos se duplicaron de un año al otro. En la otra Baja California, la fronteriza, el brinco fue de 67%. En Puebla, 29%. En Sinaloa, 20%.

Y así podemos seguir recorriendo el país. De 32 entidades federativas, 25 registraron un incremento en el número de homicidios y, en casi todo el país, el aumento fue de dos dígitos.

No queda entonces más que una conclusión: esto ya es una crisis de grandes proporciones. Ojalá el país y sus autoridades no se tarden mucho tiempo en reconocerlo y actuar en consecuencia. Ojalá 30 mil sea el límite superior de la escalada de violencia y no estemos en un año hablando de nuevas cimas en la cordillera de la tragedia.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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