El pasado jueves, cortés como ha sido siempre, el presidente Enrique Peña Nieto nos deseó un feliz y próspero 2017. Ya en el mismo vuelo y para no desperdiciar la cadena nacional, intentó calmar a la agitada nación mexicana con una explicación del gasolinazo. Según comentan los que comentan, no parece haber tenido mucho éxito en ese empeño.

Logró, en cambio, generar un momento extraordinario de interacción pueblo-gobierno. Con curiosidad sincera, con ganas evidentes de pulsar el sentir ciudadano, el titular del Ejecutivo Federal nos preguntó qué hubiéramos hecho en su lugar. No sé qué decidirán ustedes, pero a mí no me parece correcto ni educado desairar la consulta presidencial. Así que aquí vamos. Esto es lo que yo hubiera hecho:

A sabiendas de que esto venía, tal vez hubiera tratado de no hacer el ajuste entero de sopetón y menos en la cuesta de enero. Habría supuesto que la gente, aunque enfiestada y hasta cruda, sigue poniéndole atención a su cartera. Habría por tanto aplicado la receta tan gustada por las tiendas hoy víctimas de saqueo: el golpe entero, pero en pagos chiquitos.

No habría contratado deuda pública a ritmo de ludópata durante cuatro años consecutivos. Tal vez así no me habría visto en la disyuntiva de llevar los precios de la gasolina hasta las cimas del Everest o rebajar el gasto hasta las profundidades del averno. Además, eso me hubiera ayudado a presumir de responsabilidad fiscal sin provocar una carcajada del respetable.

Como corolario del punto anterior, no hubiera traído de regreso a mi gabinete al responsable de la deuda señalada (y, además, causante de un ridículo nacional), sólo con el pretexto de que resulta ser conocido de un amigo del yerno del Hombre Naranja.

No habría afirmado que esto del gasolinazo no tiene nada que ver con mi reforma estrella, cuando hace menos de dos años, vendí mi reforma estrella como la fórmula para que ya no pasara esto del gasolinazo (o al menos así lo sugerí con coqueto guiño tuitero: ).

No le habría echado la culpa del problema a mi predecesor, cuando a) voy entrando al quinto año de mi mandato, y b) resulta que su secretario de Hacienda es ahora mi secretario de Hacienda.

Hubiera tratado de evitar que Duarte, Borge y otros de misma calaña hiciesen mutis por el foro unas semanas antes del gasolinazo. Digo, por aquello de guardar las apariencias.

Con el mismo objeto, le hubiera sugerido a los señores y señoras de la Cámara de Diputados no recetarse un bono secreto en pleno diciembre y menos rematar con un segundo bono (ultrasecreto), a horas apenas del trancazo gasolinero. Es que la gente interpreta mal esas cosas, les habría dicho.

De refilón, hubiera evitado irme a unas vacaciones golfísticas en días previos al mega incremento o, como mínimo, me hubiera puesto una peluca y unos lentes para evitar ser reconocido mientras practico mi swing.

Hubiera tratado de ofrecer una explicación antes de que le movieran a los precios en las gasolineras, no cuatro días después, ya con la banda enardecida y el país incendiado. Más vale prevenir que lamentar, decían antes.

No hubiera incluido preguntas dizque retóricas en mi discurso de explicación. Luego se prestan para la chunga en las redes sociales y el choteo en las columnas de opinión.

Bueno, hasta allí mi respuesta a la interrogante presidencial. Ahora es su turno: mándenle decir al presidente Peña Nieto lo que harían si, por fortuna o por desgracia, estuviesen en sus zapatos. Estoy seguro que no hará sino agradecer sus aportaciones.

alejandrohope@outlook.com

@ahope71

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