Digamos, solo por decir, que usted es un alto funcionario de una dependencia del sector seguridad. Y supongamos, solo por suponer, que su jefe, o el jefe de su jefe, o el jefe de todos, el que despacha por los rumbos de Parque Lira, quiere un análisis sobre las protestas que han acompañado al gasolinazo. Y asumamos, solo por asumir, que ese análisis es para colocar mensajes, no para entender lo que sucede.

¿Qué hacer? ¿Cómo responder a esa petición de la superioridad? Sólo siga estos sencillos pasos:

1. Encargue el análisis a quien quiera, pero asegúrese de que ponga en el encabezado el nombre de una división con título rimbombante, alguna que sea conocida como científica.

2. No edite el contenido que produzcan sus analistas. No se preocupe si incluyen una oración ininteligible como la siguiente: “El desarrollo de los eventos se han presentado algunas conductas antisociales y delictivas dentro de los diversos estados, generando un grado de peligrosidad y de vulnerabilidad latente para la población, en entendido de lo anterior, concentrándose principalmente en la zona centro, en la Ciudad de México y el Estado de México, siendo en este ultimo las zonas conurbadas a la Ciudad de México, así como principales vías de acceso a la capital, considerada dicha zona como la zona criminógena o de mayor probabilidad para la comisión de nuevos delitos, por los sucesos desarrollos en el trascurso de la fecha”. No debe preocuparse por dos razones: a) el propósito del producto es insinuar, no convencer, y b) mientras más esperpéntica sea la redacción, más fácil resultará (llegado el momento) deslindarse del documento.

3. Asegúrese que el reporte incluya muchos mapas incomprensibles, con muchos puntos marcados, como para mostrar una insurrección general. Tanto en el texto como en los mapas, es crucial mostrar a las protestas como saqueos y los saqueos como protestas.

4. Pídale a sus analistas que elaboren una lista de “promotores de actividades en contra del gasolinazo” ¿Con qué criterio? No importa, mientras se cumplan dos condiciones: a) todos deben ser políticos de oposición y b) debe estar incluido un precandidato presidencial con nombre doble y apellido compuesto ¿Importa qué actividades promuevan esos “promotores”? Claro que no: el encanto del asunto está en el misterio.

5. Ya con el documento en mano, mándeselo a su jefe o al jefe de su jefe. Él (o ella) se lo hará llegar al subordinado del subordinado, para de allí brincar a alguna dirección electrónica de algún partido o de la Cámara de Diputados, y, tras varios vericuetos, acabar en la redacción de todos los medios en pocas horas.

6. Una vez filtrado el documento, usted debe proceder a desconocerlo. Pero no en un comunicado de prensa con afirmaciones inequívocas, sino en un tuitazo deliciosamente ambiguo. Puede decir, por ejemplo, que “se verifica la autenticidad del documento”, sin aclarar si eso significa que a) ya se verificó, o b) la verificación está en proceso. Horas después, usted (o el jefe o el jefe del jefe) puede salir a decir que ni pidió ni hizo ni avala el documento, mientras que un subordinado (o el subordinado de un subordinado) puede afirmar off the record que el informe es auténtico, pero que “no se trataba de un documento para ser publicado en medios”.

Como ve, con esos sencillos pasos, usted puede colocar el mensaje de que esto del gasolinazo no es auténtico, que todo es fruto de unos cuantos provocadores y que la protesta es una “conducta antisocial”. Con la ventaja, además, de que nadie le puede decir autoritario o represor, ya que usted “no fue” o, al menos, nadie le puede demostrar que sí fue.

Una receta de ganar-ganar.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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