Aunque a cuentagotas, sigue apareciendo información sobre el secuestro masivo ocurrido en Puerto Vallarta la semana pasada. Un dato parece particularmente relevante: según información publicada por el diario sinaloense Río Doce, las negociaciones para lograr la liberación de dos hijos de Joaquín El Chapo Guzmán (sí, al parecer Iván Archivaldo también estuvo entre las víctimas) fueron conducidas por Ismael El Mayo Zambada.

Si en efecto la interlocución con los plagiarios llegó hasta esas alturas, algo grande debe haber formado parte del arreglo. Difícilmente se pudo tratar de un mero intercambio de dinero por libertad: para ello no se necesita la intervención de la figura más prominente del submundo criminal mexicano.

¿Cuáles fueron entonces los términos del acuerdo? ¿Qué entregó El Mayo para obtener la liberación de los hijos de su socio? No lo sé, pero van dos posibilidades:

1.— Activos para el tráfico de drogas. Esto puede incluir abrir plazas estratégicas al Cártel Jalisco Nueva Generación (Tijuana, por ejemplo) o permitirle su participación en rutas seguras o abrirle la puerta con distribuidores en Estados Unidos o compartir la red de protección político-policial. Otras alternativas: una delimitación de zonas de influencia o una garantía de no agresión en algunas regiones (¿Colima?).

2.— Nada. El Mayo Zambada pudo haber tomado represalias, invisibles para el gran público, pero plenamente identificables para ojos entrenados en los códigos criminales ¿De qué tipo? La entrega de información a las autoridades para la captura de operadores del CJNG, por ejemplo. También pueden caber en esta categoría algunos asesinatos selectivos o actos de intimidación dirigidos a familiares de líderes de la organización jalisciense o el robo de droga. Algo suficientemente poderoso para que el CJNG acusara recibo y decidiera que más valía dejar en libertad a los herederos del Chapo.

Hay, por supuesto, posibilidades intermedias (algo de presión y algo de pago, en medidas diversas). Pero es importante para las autoridades tratar de dilucidar qué sucedió.

Si el plagio se resolvió más bien a punta de concesiones, estaríamos ante una señal incontrovertible de debilidad del Cártel de Sinaloa. Otras organizaciones criminales muy pronto tomarían nota y empezarían a desafiar a los sinaloenses de mil maneras. Sería un escenario de guerra.

Pero si el asunto se resolvió con un manotazo del Mayo (o con concesiones mínimas), significaría que aún hay jerarquías en el mundo criminal y que no es cualquier cosa retar al Cártel de Sinaloa. En ese escenario, habría menos provocaciones en el futuro y menos probabilidad (en el corto plazo) de una escalada de violencia.

Por el bien de la paz, espero que haya sido lo segundo.

EN OTRAS COSAS. Agradezco a Héctor Aguilar Camín por citarme en su columna de ayer (http://ow.ly/28Ip303wlYc). Sólo quisiera hacer dos puntualizaciones: 1) mi cuenta de 300 mil muertos incluye a las víctimas de homicidio en el sexenio de Vicente Fox (http://ow.ly/M4VC303wm5H), y 2) no todos los homicidios son atribuibles a la violencia de los mercados ilegales de drogas. Los mexicanos se matan por muchas razones: la prohibición de las drogas es sólo una de ellas ¿Qué porcentaje debe asignarse a esa causa específica? No tengo la menor idea. Pero, como sea, no es correcto comparar todas las víctimas de homicidio con las muertes por consumo de drogas. Aún si todas las drogas hoy prohibidas fueran legales, seguiría habiendo asesinatos en este país.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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