No es broma. Al día de ayer, según el portal fivethirtyeight.com, la probabilidad de que Donald Trump sea el siguiente presidente de Estados Unidos era 50%. La elección presidencial de los vecinos es, por ahora, un volado.

Esos números se van a mover en las próximas semanas. Según muchos especialistas, una victoria de Hillary Clinton es todavía el escenario más probable. Pero no es remoto que el mundo tenga que lidiar con un Presidente Trump por los siguientes cuatro u ocho años.

¿Qué implicaciones tendría ese hecho para la seguridad nacional de México? Van algunos apuntes preliminares:

1. Seguridad fronteriza: Trump no va a construir su muro. No porque no quiera o porque México se niegue a financiarlo, sino por las dificultades legales, ambientales y administrativas que enfrentaría una obra de ese calibre. Sin embargo, hay muchas otras maneras de endurecer la frontera. Van algunas posibilidades: a) más agentes de la patrulla fronteriza (el tamaño de esa corporación se ha duplicado desde 2000), b) más despliegue de equipo y tecnología (drones, sensores, etc.), c) un incremento de revisiones en los puertos de entrada. Pueden apostar a que Trump, con o sin muro, tomaría esas medidas y otras similares. Una frontera menos permeable llevaría a incrementar el valor de los cruces ilegales remanentes. Con ello, la probabilidad de disputas violentas entre grupos criminales mexicanos por el control de esos métodos de tráfico ilícito crecería.

2. Deportaciones: Trump ha prometido deportar a todos los migrantes indocumentados que residen en Estados Unidos. Con toda probabilidad, no tendría suficiente tiempo ni recursos para ese despropósito, pero si podría deportar a un número no trivial de mexicanos. La administración Obama expulsó a dos millones de migrantes (mexicanos en su mayoría) entre 2009 y 2014. No es descabellado suponer que ese número crecería en una administración Trump. Y con un factor agravante: en un clima de tensión entre México y Estados Unidos, los programas de repatriación ordenada probablemente serían suspendidos o limitados. Eso significa que los migrantes deportados simplemente serían arrojados en la frontera, dificultando su reintegración a sus comunidades de origen. Eso crearía una posible bonanza de reclutamiento para los grupos criminales en ciudades fronterizas.

3. Cooperación México-Estados Unidos: casi de seguro, la Iniciativa Mérida llegaría a su fin bajo una administración Trump. La suspensión de la asistencia económica a México podría ser presentado como una forma de “cobrarle” a nuestro país por la construcción del muro. Eso en sí mismo no sería mayor pérdida: el apoyo estadounidense no pasa del dos por ciento del presupuesto mexicano de seguridad y defensa. Sin embargo, significaría un regreso a la época de la desconfianza y recriminaciones mutuas. Lo construido en la última década en materia de intercambio de inteligencia, por ejemplo, se vería seriamente dañado. Y sí, seguiría habiendo cooperación entre agencias específicas, pero esta sería mucho menos institucional y mucho más dependiente en relaciones personales y arreglos ad hoc.

Lo anterior no empieza a listar los costos que una administración Trump podría tener para México. Ni siquiera he mencionado aún la posibilidad de una renegociación del TLCAN o de un asalto en contra de las remesas. Por eso, mantener desde México una actitud de business as usual es francamente insuficiente ¿Qué otra cosa se podría hacer? Lo platicamos el miércoles.

EN OTRAS COSAS. Tampoco es broma lo que mencionaba hace algunos días sobre el nuevo incendio en Michoacán. Diez cadáveres calcinados fueron hallados este fin de semana en el municipio de Cuitzeo.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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