Otro mes, otra ronda de malos datos sobre homicidios. En junio, mil 828 personas fueron víctimas de homicidio doloso. Se trata del segundo mayor total mensual desde que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) empezó un conteo mensual de víctimas en enero de 2014. Medido por averiguaciones previas, el total de junio (mil 686) fue el segundo peor resultado desde diciembre de 2012.

El problema no sólo es de nivel, sino de trayectoria. Comparado con el mismo periodo del año pasado, el número de víctimas de homicidio doloso creció 16% durante los primeros seis meses del año. Comparado con julio de 2014, el punto más bajo de la curva durante la actual administración, el incremento a junio de este año es de 40%.

Si los números son desalentadores a nivel nacional, son de pánico en algunos estados. En Colima, por ejemplo, los homicidios aumentaron 338% en el primer semestre del año (comparado con el mismo periodo de 2015). En Zacatecas, el incremento fue de 93%. En Veracruz, 77%. En Nuevo León, 45%.

En resumen, la cosa pinta mal por donde se le observe.

Salvo que se le observe desde el gobierno. En ese caso, la situación luce inmejorable. Hace seis días, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmó lo siguiente: “Solo un dato, cuando llegamos al gobierno, había 22 homicidios por cada 100 mil habitantes, en el país, el año pasado logramos estar en 16, Inegi está a punto de salir, tal vez nos dará la cifra de 16 o 17 por cada 100 mil”. Esa afirmación es imprecisa en varios niveles: a) el dato de 16 por 100 mil habitantes corresponde a 2014, no 2015 (se dio a conocer el año pasado, pero ese es otro asunto), b) el Inegi les “dará” una cifra más bien de 18 por 100 mil habitantes, correspondiente a 2015, y c) al ritmo actual, la tasa de homicidio de 2016 va a estar encima de 20 por 100 mil.

Más allá de las imprecisiones específicas, esa declaración es una muestra excepcional de la política de negación del gobierno. Para los altos funcionarios, los últimos dos años simple y sencillamente no han sucedido. No hay nada que reportar después de 2014. La última cifra válida fue la que dio a conocer el Inegi hace ya un año ¿El SESNSP tiene números que muestran un ascenso importante de la violencia homicida desde hace dos años? No importa: mientras no salga Inegi, todo mundo se hace el tonto.

En cierto modo, es comprensible la decisión de amarrarse a una cifra ya rebasada. Mientras no salga Inegi con un dato más reciente, se puede seguir jugando con el contraste entre fuentes y se puede posponer el costo político de un incremento en los niveles de violencia.

Pero esa estrategia tiene un costo: mientras más se posponga la aceptación de los nuevos datos, mayor será el contraste entre la realidad y el discurso oficial. En un año, cuando se vuelva inocultable que la violencia homicida regresó a los niveles experimentados en 2012, ¿cómo esperan explicar ese hecho en la Segob, después de casi un lustro de andar cacareando la disminución en la tasa de homicidio? Mi intuición es que la reacción pública puede ser menos que favorable.

Va entonces una amable sugerencia para las autoridades: acepten ya que la curva se volteó, que los homicidios van al alza y que es indispensable hacer algo al respecto. Mejor pagar el costo ahora que cuando tengan las elecciones a la vuelta de la esquina

EN OTRAS COSAS. Interesante entrevista en la revista Proceso a Rafael Caro Quintero. La comentaremos a detalle el próximo miércoles aquí en Plata o plomo, pero, por ahora, destaco un hecho: el legendario capo niega contundentemente que se encuentre en guerra contra sus antiguos socios del Cártel de Sinaloa.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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