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Sucedió lo que tenía que suceder, lo que estaba cantado desde esa mañana de suerte en Los Mochis: Joaquín Guzmán Loera, el legendario Chapo, fue finalmente extraditado a los Estados Unidos. Y cruzó la frontera un día antes de que Donald Trump se vuelva el ocupante de la Casa Blanca.
Esto amerita mucha reflexión y muchos comentarios. Van algunos de bote pronto:
Este es, ahora sí, el fin de la carrera criminal de Joaquín Guzmán. Desde una prisión mexicana podía (hasta cierto grado) controlar su emporio ilegal. En una prisión estadounidense -- y más si es de género super max -- se vuelve un triste reo viejo.
Capturar y extraditar capos de este vuelo puede ser bueno o malo (dependiendo de la perspectiva de cada quien), pero ciertamente no es irrelevante. Sin el Chapo en escena, se acelerará el proceso sucesorio al interior del Cártel de Sinaloa y, tal vez, los conflictos intergeneracionales entre los cachorros Guzmán (Alfredo e Iván Archivaldo) y el hermano incómodo (Aureliano, alias El Guano).
Con todo, es probable que aún haya vida para el Cártel de Sinaloa. Al fin y al cabo, allí sigue en las sombras el gran sobreviviente del narcotráfico mexicano: Ismael El Mayo Zambada. Y como sigue, algo de orden y jerarquía persiste en esos rincones del submundo criminal.
Sobre algo no hay duda: el Chapo va a negociar con sus captores estadounidenses ¿Qué va a negociar? Algo de benevolencia jurídica (menos años en prisión) y una pizca de protección para su familia inmediata a cambio de un mucho de información y un tonel de información. Habrá que verse cuanto de cada ingrediente.
Sobre las lecturas políticas, hay cuatro posibilidades. La extradición un día antes de la toma de posesión de Trump es a) una simple e inocente coincidencia, b) un regalo de bienvenida a Trump, c) negarle una victoria rápida a Trump, o d) un regalo a Trump diseñado para no parecer regalo. Yo voy por la opción c (si querían ganarse la buena voluntad del Hombre Naranja, ¿por qué no mandar el tributo sin generar ambigüedad?), pero acepto que puedo estar equivocado.
A final de cuentas, no queda más que decir: adiós Chapo, adiós Joaquín, no te extrañaremos.
@ahope71
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