La revisión se realizaría con microscopio de llegar a la Casa Blanca el republicano Donald Trump, sin que perdiera acuciosidad si la presidenta fuera Hillary Clinton.

La principal motivación del entonces presidente del país de las barras y las estrellas, George Bush, para firmar el pacto mercantil era justo el que México tendría más empleos, por tanto menos migración hacia el incierto del río Bravo.

La punta de lanza sería la maquila.

Nuestro país a la caza de los tigres asiáticos, al trasladar Estados Unidos parte de su actividad manufacturera en un escenario más cercano a la causa, en aprovechamiento de la complementariedad y las ventajas comparativas.

Lamentablemente el barco encalló.

El país no logró ya no empatar, siquiera disminuir la brecha entre oferta y demanda.

De 1993 al año 2000, es decir en antesala del arranque del TLCAN y su consolidación, la población en edad de trabajar creció en 5.98 millones, en tanto la creación de plazas formales de empleo llegó apenas a 2.57 millones.

El déficit alcanzó 57.64%, traducido como 3.41 millones de desempleados.

Ahora que en el lapso 2000-2006 la relación fue de 5.98 millones contra 1.22 millones de plazas, lo que elevó el faltante a 73.68%.

Y si le seguimos, entre 2000 y 2015 la población en edad productiva aumentó en 8.73 millones, en tanto se abrieron sólo 4.52 millones de plazas de empleo, lo que implicó 4.21 millones de desempleados.

La sobrevivencia se alcanzó con un incremento desmesurado en la economía informal, al punto de superar ya el porcentaje de empleos productivos; el ingreso a las filas de la delincuencia… y la opción de “jugársela” hacia el supuesto sueño americano.

En todo el periodo analizado la población total del país creció en 34.47 millones, elevándose a 19.3 millones la mayor de 18 años, pero creándose en total sólo 9.49 millones de empleos, es decir el faltante fue de 11.17 millones.

La rama más dinámica en la creación de empleo es la industria de transformación, que de 1993 al año 2000 saltó de 2.97 a 4.37 millones de plazas. Sin embargo, a partir de entonces se empezó a desacelerar el motor, al punto de que el año pasado, es decir 15 después, el incremento había sido de sólo 400 mil nuevas plazas, 27 mil por año.

La manufactura engloba a las firmas maquiladoras, en cuyo caso específico durante los primeros siete años de arranque y vigencia del TLCAN habían pasado de 749 mil a 1.29 millones de plazas… que a partir del año 2000 empezaron a disminuir. En 2003 se había llegado a sólo 1.06 millones.

Al 2008 la cifra había bajado a 1.1, para ubicarse al año siguiente en 982 mil.

Se perdieron, pues, en un año 118 mil plazas. La estadística se desvanece a partir del 2010. El auge lo abolló desde la serie de prebendas fiscales ofrecidas por China y Vietnam para firmas extranjeras, hasta el acotamiento de las facilidades que ofrecían los programas Invex, es decir importar para exportar, pasando, naturalmente por la inseguridad.

En el fuego cruzado, mientras Trump habla de modificar las reglas del TLC al gusto de Estados Unidos bajo el clásico lo tomas o lo dejas, en un escenario en que la negociación permite cancelar el concierto previo aviso con seis meses de gracia, Clinton pide revisarlo y México modernizarlo.

De chile, de dulce y de manteca.

Balance general. Aunque la Comisión Reguladora de Energía le dio pauta a los grandes corporativos estadounidenses en su reclamo de homologar las reglas para verificar la calidad de las gasolinas con las existentes en su país, se dejó abierta la puerta a la posibilidad de otros puntos de compra con menos rigor en la certificación.

Si bien la nueva Norma Oficial Mexicana 16 reclama un contenido específico de benceno, octano y aromáticos en los combustibles, deja de lado la cantidad de azufre por millón de partículas, justo el punto más combatido en el país del norte.

El escenario deja colgado de la brocha a Petróleos Mexicanos, quien había realizado cuantiosas inversiones para empatar con la norma anterior, vía la reconfiguración de las refinerías, Tula a la cabeza, hacia la producción de gasolinas de ultrabajo azufre.

Las obras se habían suspendido parcialmente ante la precariedad financiera de la empresa productiva de Estado.

¿A qué la andanada? La reacción a bote pronto frente al artículo publicado en el diario estadounidense The New York Times en relación con un presunto complot del gobierno y los tres principales partidos políticos orientado a ponerle zancadillas al magnate Carlos Slim, remitiría a que se prepara un nuevo golpe contra el imperio empresarial.

Sin embargo, la información de soporte que se plantea es vieja.

Se remonta a la época de que se discutía la reforma de telecomunicaciones.

Ya la creación de tribunales especializados para atender querellas del ramo; ya las facultades en materia de competencia del Instituto Federal de Telecomunicaciones; ya la figura de empresa dominante…

Como usted sabe, el presidente de América Móvil es uno de las principales accionistas de la empresa editora del rotativo.

Verdugo de Oceanografía. Quien le dio la puntilla a Oceanografía al invalidar un tercer convenio que se había firmado con los acreedores para reestructurar su deuda calculada en 14 mil millones de pesos, fue el magistrado de circuito Armando Cortés Galván.

El pretexto fue que el acuerdo no tenía el consenso requerido al no haberlo aprobado los accionistas de la contratista de Pemex.

La alternativa obligaba a obtener un financiamiento de 76 millones de dólares cuyo objeto central seria garantizar la permanencia de barcos que estaban en proceso de compra.

De dos bandas. Atribuido el gasolinazo a un aumento en la demanda de Estados Unidos, lo que obligó a elevar el precio de referencia internacional, lo cierto es que los precios están empezando a disminuir drásticamente en el país del norte lo que, naturalmente, no ocurrirá en el nuestro.

El escenario coloca en ventaja a las firmas que obtuvieron permisos para importar combustible al hacer mayor la brecha aún cubriéndose el IEPS que se aplica al ingreso.

La jugada, pues, pareciera antídoto contra el desaliento inicial de quienes le habían apostado al negocio invirtiendo en depósitos de acopio. Naturalmente, el costo al público de la gasolina importada será idéntico al nacional.

albertobarrancochavarria0@gmail.com

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