Y aunque el optimismo de los funcionarios hacendarios, alentado por la esperanza de un portento papal, habla de que las aguas volverán a su cauce, lo cierto es que para los analistas la paridad apenas está recobrando su nivel real.
Se acabó la era del suspenso.

Sostenida la relación artificialmente vía la intervención del mercado, a contrapelo del esquema de fluctuación libre impuesto desde 1999, la paridad no empató durante años con la realidad del país en materia de competitividad y productividad.

Bajo el esquema se subsidiaron las importaciones, estimulando una mayor dependencia de éstas. En el inaudito de un país con enormes extensiones de tierra, la mayor parte de las tortillas se elaboran con maíz del exterior; la barbacoa se produce con borregos de Nueva Zelanda, y la salsa con ingredientes de Centroamérica.

En la política-ficción que propicio el espejismo de una moneda a prueba de balas, se soslayó la relación entre la paridad y la inflación.

Borrados tres ceros a la moneda, en 1995, con una inflación de 52%, el dólar se cotizaba en cinco pesos, para saltar a 7.78 en 1996, con una tasa de crecimiento promedio de precios de 22.70.

La distorsión se inició a partir de 1999 cuando la moneda se ubicaba en 9.54… con la novedad de que el año siguiente se bajó a 9.45 y en el 2001 llegó a 9.33, nivel que de acuerdo al investigador Arnulfo R. Gómez, representaba una sobrevaluación de 25.19%.

El carrusel ubicó la paridad en 2002 en 9.08, para llegar a 10.76 al siguiente año y alcanzar 11.29 en el 2004, con inflaciones de 5.70, 3.98 y 5.19, colocándose entonces un desfase de la realidad de 18.96%.

En 2008 éste llegó a 24.30.

Y aunque de 2006 al 2009 la cotización siguió ganando terreno a favor del dólar: 10.89, 10.91, 10.93, 11.17, 13.51, en 2010 volvió a bajar, ubicándose en 12.04, lo que planteaba una sobrevaluación de 37.26%, dado que el nivel real debió ser de 17.35.

En 2013 la relación se situó en 12.70, para saltar a 13.30 en 2014 y a 15.88 en 2015.

La paridad real, en ese momento, debía ser de 20.01 pesos, es decir existía una sobrevaluación de 30.03.

En lo que va del año el nivel máximo alcanzado es de 19.45, es decir no ha tocado aún la ubicación real de finales de 2015.

El desliz es de 8.8%.

En el alud, los funcionarios debieron cambiar el discurso. A contrapelo de la posición inicial, algo así como que la depreciación nos haría los mandados, ahora hablan de impacto en los precios de productos duraderos cuyos componentes son importados.

Sin embargo, de acuerdo al secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, el golpe será de una sola vez, lo que a su juicio no provocará inflación.

Habrá burbuja, pero no espiral inflacionaria.

El problema es que la mayoría de los productos eléctricos, electrónicos y electrodomésticos se han ido ajustando a medida en que se ha incrementado el costo de la divisa. De hecho, los analistas de Goldmann Sachs vaticinan que este año el promedio ponderado de precios será superior a 4%.

Se nos indigestó la política-ficción. Murió el superpeso.

Balance general. A contrapelo del optimismo con que se ponderaba la salida ideada por Petróleos Mexicanos para evitar el colapso de sus proveedores, la mayoría de éstos está rechazando el esquema planteado, es decir recibir un préstamo de factoraje en Nacional Financiera a cambio de las facturas pendientes de pago.

El costo de la operación implica un descuento de casi 10%, en un escenario en que las empresas llevan hasta siete meses haciendo cola en las ventanillas.

De hecho, en la búsqueda de un camino menos traumático, se ha creado una comisión mixta entre la empresa, la Secretaría de Hacienda y la representación empresarial.

Por parte de ésta participan los presidentes de la Concamín, la Canacintra, la Coparmex, y la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, es decir Manuel Herrera, Rodrigo Alpízar, Gustavo De Hoyos y Gustavo Arballo. El débito alcanza 140 mil millones de pesos.

Yáñez en capilla. El escandalo alcanzó otra vez al presidente de Oceanografía, Amado Yáñez, en momento en que se juega en un volado su libertad.

Hete aquí que el empresario preso en el reclusorio norte del país ha sido acusado de recibir privilegios como el de tener en su celda televisión de gran pantalla, una cava de vinos y hasta la posibilidad de organizar fiestas privadas.

El señalamiento llega justo en la coyuntura del motín del penal de Topo Chico en Monterrey.

Yáñez está sujeto a dos procesos (causas penales 47/2014 y 96/2014), uno de los cuales implica un delito grave, con la novedad de que en este caso acaba de dictarse del Segundo Tribunal Unitario en Materia Penal un amparo indirecto (causa 18/2015), en cuyo marco se obliga a reponer el proceso.

La paradoja del caso es que éste fue impugnado por los abogados del propio Yáñez; los de Banamex que lo acusan de fraude, y por el Ministerio Público Federal.

Los recursos planteados están siendo valorados por el Séptimo Tribunal Colegiado del Primer Circuito.

Mikel en fuera de juego. En su toma de posesión, el miércoles de la semana pasada, ante el Consejo Técnico, el flamante director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Mikel Arreola, sorprendió a éste al declarar que aunque estaba afiliado al ISSSTE él se atenderá con absoluta confianza en los hospitales y con los médicos del organismo.

El aplauso, naturalmente, fue nutrido.

La cargada se volcó en abrazos a granel.

El problema es que del dicho al hecho hace falta un puente que se llama portabilidad, es decir el paso inicial para lograr la prometida seguridad universal.

Una cama del IMSS para un afiliado del ISSSTE.

Funcionario de deveras, Arreola deberá enfrentar, entre otros problemas, el hecho de que el organismo agota 72% de sus ingresos en gasto corriente; la exigencia de revisar una vez más el régimen pensionario de los trabajadores para atenuar el colosal faltante de reservas y enfrentar el descontento frente a la dirigencia sindical.

 albertobarrancochavarria0@gmail.com

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