El pasado lunes 19 de octubre se celebraron elecciones federales en Canadá, y en ellas el pueblo canadiense decidió dar un viraje brusco a las políticas llevadas a cabo por el Partido Conservador en el poder desde 2006, al otorgar al líder del Partido Liberal, Justin Trudeau, un gobierno de mayoría tras superar de manera poco esperada el umbral de los 170 asientos y conformar así un gobierno mayoritario.

Y es que muchas cosas cambiaron en Canadá durante los casi diez años de dominio conservador, cambios que fueron transformando el rostro de un país tradicionalmente defensor del medio ambiente, del multilateralismo, del multiculturalismo y promotor de causas nobles; a la de un país con un rostro de depredador ecológico con la explotación de las arenas bituminosas en Alberta y su displicencia ante la grave contaminación de toda el área, cuyas graves consecuencias ya son evidentes entre comunidades indígenas de la zona. Asimismo su renuncia unilateral al Protocolo de Kyoto en 2011 o su postura como defensor intransigente con la causa israelí, fueron elementos que ayudaron a cambiar la imagen de Canadá en el imaginario colectivo nacional e internacional.

Como ejemplo de esta nueva tendencia conservadora, debe recordarse la iniciativa del gobierno saliente para que los ciudadanos denuncien prácticas culturales consideradas como bárbaras en territorio canadiense, así como el rechazo de miles de solicitantes de refugio sirios a Canadá. En este sentido, cómo olvidar la fotografía del pequeño niño sirio ahogado en las costas turcas, a cuya familia las autoridades canadienses les hicieron muy difícil acogerse al estatus de refugiados.

Así, los resultados de las recientes elecciones en Canadá envían un mensaje de necesidad de cambio entre la sociedad canadiense, y al frente de esta nueva etapa emerge la figura del mediático Justin Trudeau, hijo del primer ministro liberal Pierre Elliot Trudeau, quien gobernara Canadá durante los años sesenta, setenta y parte de los ochenta. De este modo el nuevo primer ministro canadiense, con cuarenta y cuatro años de edad, buscará ser cobijado por la experiencia de viejos liberales, al lado de jóvenes diputados recién electos, y con el apoyo de la firme estructura liberal, generar los cambios o retomar el camino que la sociedad canadiense demanda.

En lo que corresponde a México, sin duda habrá que esperar un mayor acercamiento con el gobierno de Enrique Peña Nieto en diversos rubros, no sólo el económico y comercial, sino también en los ámbitos cultural, educativo, académico o turístico. Esto último ya que a finales de septiembre, en plena campaña, el hoy primer ministro Justin Trudeau señaló la necesidad de levantar el requisito de visas para ciudadanos mexicanos, como una muestra de buena voluntad para acercarse más a sus vecinos y socios. En esta misma entrevista Trudeau urgió la necesidad de retomar los vínculos con el gobierno del presidente estadounidense Barak Obama, cuya relación con el primer ministro conservador saliente no gozó de los mejores términos.

De esta forma, Canadá inicia una nueva etapa llena de promesas y esperanzas, después de un periodo de retrocesos sociales, recesión económica durante el presente año y de un desprestigio en la arena internacional. Habrá que esperar entonces que dichas esperanzas no se reviertan en el corto tiempo para Justin Trudeau, pues si bien tiene la garantía de una Cámara de los Comunes a su favor, y de cuatro años de gobierno continuo, lo cierto es que este tipo de administraciones, si no muestran cambios en el corto o mediano plazo, pronto comienzan a recibir duras críticas, sobre todo de aquellos sectores que depositaron su confianza en el cambio. Así que tiempo al tiempo para el señor Trudeau.

Investigador asociado de tiempo completo del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), UNAM.

oliversa@unam.mx

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