Texto y fotos actuales: José Antonio Sandoval Escámez

Diseño web: Miguel Ángel Garnica

El Acueducto de Guadalupe era el que tenía la arquería más larga de los tres que existieron en la capital, pues contaba en total con 2 mil 300 arcos, en su totalidad medía 10 kilómetros. El segundo en extensión fue el de Belén, sobre avenida Chapultepec, con 3 mil 907 metros de largo y 904 arcos, y el tercero, el de Santa Fe, de mil 766 metros y mil arcos, del cual no se conservan vestigios.

Los tres primeros kilómetros de esta construcción virreinal son subterráneos y a ras de suelo, los 7 siete restantes conforman la gran arquería que llegaba hasta la Villa de Guadalupe. Este acueducto tenía el objetivo de llevar agua a la zona donde se encuentra el santuario de la Virgen de Guadalupe, al norte de la capital; de ahí recibió su nombre, pues también hacía llegar agua a los habitantes de la colonia Santa María de Guadalupe.

En la actualidad, tiene dos nombres: Acueducto de Guadalupe y Acueducto de Tenayuca. El primero corresponde a la parte de esta construcción que se ubica en la delegación Gustavo A. Madero en la Ciudad de México (por eso la avenida sobre la que se encuentra recibió ese mismo nombre), y el segundo, a la parte localizada en el municipio de Tlalnepantla en el Estado de México.

Esta obra hidráulica virreinal del siglo XVIII iniciaba en la presa del río Tlalnepantla y terminaba en una caja de agua a espaldas de la antigua Basílica de Guadalupe, donde hoy se encuentra el Parque del Mestizaje y reposan las estatuas de los llamados “Indios Verdes”.

Su construcción data del año 1751. Una anécdota que —según registros de instituciones como la Secretaria de Turismo y un reportaje realizado por esta casa editorial— tiene que ver con este lugar es que en noviembre de 1815, José María Morelos y Pavón, al ser conducido hacia Ecatepec donde sería fusilado, se detuvo a rezar ante la Virgen de Guadalupe, al salir del recinto tomó agua de la fuente que estaba en el atrio de la Basílica de Guadalupe, esa misma agua que llegaba desde el río Tlalnepantla a 10 kilómetros de distancia y que caía a aquella fuente, gracias al Acueducto de Guadalupe.

El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad

Su arquería, la más larga en la ciudad

En su primera parte, que iniciaba en el río Tlalnepantla, la atarjea o canal por donde corría el agua se construyó de forma subterránea y luego continuaba a ras del suelo; después, para la mayor parte del trayecto, se construyeron 2 mil 310 arcos, siendo estos más del doble en comparación con los acueductos de Santa Fe y de Belén.

En la actualidad la arquería se observa desde la zona de Tenayuca, hasta la parte trasera del Parque del Mestizaje, en Santa María Tola, a espaldas del santuario de Guadalupe.

La altura de sus más de 2 mil arcos varía, pues algunos miden más de 2 metros — incluso pasan por debajo algunos automóviles— y también los hay de unos cuantos centímetros o incluso desaparecen, pues en la zona de Zacatenco el conducto de agua va a ras de suelo.

El acueducto más largo de la ciudad
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Este canal también tiene dimensiones variables, aunque en promedio es de 50 cm de altura por 40 cm de ancho y en varias partes está cubierto por pequeñas bóvedas.

A lo largo del trayecto se construyeron doce pozas o desarenadores para retener arena, arcilla y hojas en los cambios de dirección del acueducto. También contaba con tres pequeñas fuentes en su recorrido para que la gente tomara el agua de ellas y no de forma directa del canal.

El acueducto más largo de la ciudad
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El acueducto más largo de la ciudad
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La señora Martha Rosa Mellelo, tiene más de 55 años de vivir junto a este acueducto. Sentada en una banca cerca de uno de estos arcos y a pocos metros de una fuente ahora llena de flores, nos dice que “durante el día es un lugar muy agradable”.

“Cuando llegamos aquí, había una pileta donde nos abastecíamos de agua…y alrededor de ésta se encontraban muchas piedras para lavar (ropa)”, recuerda con nostalgia mientras pasa con una mano las cuentas de un rosario.

A pregunta expresa sobre cómo era el acueducto cuando ella llegó, la señora Martha Rosa menciona: “En la zona había sembradíos y con el acueducto se veía muy bonito, junto con las fuentes, aunque ya no me tocaron con agua”, y haciendo una comparación con la actualidad dice otra vez que durante el día es agradable estar allí, pero que en la noche todo cambia porque “la gente lo usa para fumar y drogarse”.

El acueducto más largo de la ciudad
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La historia de este acueducto

Las primeras informaciones que se tienen del acueducto son de 1676, según menciona José Rogelio Ruíz Gomar en su artículo “El Acueducto de Guadalupe”. En su escrito afirma que el virrey fray Payo Enríquez de Rivera mandó construir un canal a ras de tierra que corría desde el río Tlalnepantla hasta una fuente ubicada frente a la puerta principal del templo Mariano, medía 10 kilómetros.

Antes de esta época, los habitantes del pueblo de Tepeaquilla, también conocido como Santa María de Guadalupe, sólo tenían agua del lago de Texcoco y del río Guadalupe, pero era agua sucia y de mal olor que corría frente al santuario, por lo que la proveniente del río Tlalnepantla fue de gran beneficio, pero por poco tiempo, pues dejó de correr agua por la zanja recién construida.

El acueducto más largo de la ciudad
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De 1676 hasta 1742 este conducto de agua estuvo en mal estado debido a que los distintos dueños de la hacienda particular por donde pasaba no le daban un mantenimiento adecuado y constante.

Fue hasta 1742 que la Real Audiencia obligó al entonces dueño de la hacienda de Santa Ana a cumplir con el mantenimiento y tras un largo pleito se logró que diera una parte del dinero para la construcción del nuevo acueducto.

Las obras también se realizaron con donaciones de funcionarios públicos, personas del clero, militares, alcaldes, mineros y comerciantes. Se decidió que la mayor parte del canal fuera construido sobre una arquería. Así, las obras del Acueducto de Guadalupe iniciaron en 1743.

La construcción concluyó ocho años después, el 30 de marzo de 1751, al cerrarse la pileta repartidora o caja de agua, a espaldas del santuario de Guadalupe, desde donde los habitantes del pueblo de Santa María de Guadalupe acarreaban el agua. Fue el 24 de noviembre de 1752 cuando se introdujo el agua por medio de una fuente en la plaza principal del santuario de donde la población se abastecía.

En la parte trasera del Parque del Mestizaje se encuentra esta pileta o caja de agua adornada con columnas de estilo barroco, en medio tiene una placa donde se da cuenta de su construcción.

Una segunda placa, pero en la parte trasera de esta misma caja de agua, se menciona que se restauró en 1970, estos trabajos fueron pagados por la Basílica de Guadalupe “con motivo del LXXV Aniversario de la coronación de la Virgen de Guadalupe”, y la obra “estuvo bajo la Dirección Técnica del Departamento de Monumentos Coloniales del Instituto Nacional de Antropología e Historia”.

El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad

La fuente del atrio de la Basílica de Guadalupe hoy no existe, pero se tiene registro que por lo menos hasta 1949 aún se localizaba en esta zona, según datos del investigador Horacio Ramírez de Alba, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Así, el Acueducto de Guadalupe surtió de agua a esta zona durante el resto del siglo XVIII y todo el siglo XIX. Fue reparado en ocasiones, pero en su mayor parte se mantuvo intacto, hasta el gobierno de Porfirio Díaz, quien modernizó el abastecimiento de agua instalando tubería de hierro y quitó funcionamiento al acueducto.

Hoy luce en abandono

El 7 de abril de 1932 el acueducto fue declarado Monumento Histórico de la Nación, pero debido al crecimiento de la Ciudad de México fue cortado en varios puntos para dar paso a vialidades.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL observamos que su arquería se encuentra cortada en varias partes por el cruce de calles y avenidas, a pesar de ello, la mayoría aún se conserva, así como sus fuentes y desarenadores, además de su caja de agua al final de su trayecto.

Destaca el corte en el inicio de la carretera México-Pachuca, donde hoy se encuentran dos puentes viales y bajo uno de los remates se observa una placa de piedra en la cual se lee que el acueducto se tuvo que cortar en septiembre de 1938 “para dar paso a la carretera No. 1 Laredo-México”.

El acueducto más largo de la ciudad
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También destacan los cortes en la avenida Río de los Remedios, para que cruzara la autopista Naucalpan-Ecatepec, y otro a la altura de avenida Miguel Bernard, en esta parte se encuentra un cruce vehicular, además se construyó un puente, siendo este el mayor corte con más de 100 metros de longitud.

Al respecto, el señor Gerardo Jiménez, dueño de un taller mecánico sobre la avenida en San Pedro Zacatenco, menciona que hace unos años se quería colocar un puente que afectaría y cortaría de nuevo el acueducto, pero gracias a que los vecinos de la zona se opusieron no sucedió.

También dice que los habitantes “están en pro de que el acueducto se conserve. Debe ser conservado como una reliquia, además, uno se imagina cómo pasaba el agua antes y eso es muy agradable”.

El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad

En 2006 se hizo una restauración mayor por parte del gobierno delegacional de Gustavo A. Madero; sin embargo, no fue restaurado en su totalidad debido a que las autoridades del municipio de Tlalnepantla, Estado de México, “no aceptaron rescatar tres kilómetros que estaban en su territorio por falta de recursos, según versiones de funcionarios capitalinos”, como lo consignó EL UNIVERSAL el 2 de agosto de 2006, en una nota de la reportera Ella Grajeda.

En esta restauración se reforzaron los arcos que se encontraban muy dañados, se retiró a indigentes que dormían en su interior y se borraron los graffitis; además, “se concibió el rescate como un andador peatonal y lugar de esparcimiento de los vecinos de la delegación Gustavo A. Madero”, mencionó en aquel 2006 a este diario Manuel Santiago Quijano, entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda. Desde ese día a la fecha no se ha restaurado.

El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad

Durante el recorrido que EL UNIVERSAL realizó a fines de enero de este año por la zona donde corre este acueducto, se observó que está en pleno abandono pues la arquería está pintada con graffitis en sus costados, hay basura y otra vez indigentes habitando en el interior de algunas de sus bóvedas.

En zonas donde el acueducto está muy bajo, incluso a ras de suelo y sin cubierta, hay gran cantidad de basura, también bajo algunos arcos hay cascajo y llantas viejas. Además a varios arcos les faltan piedras y ladrillos en sus bases, por la misma erosión o saqueo de la gente.

Acerca del deterioro de la arquería, el señor Sergio Luna Hernández, quien tiene 60 años de vivir en la zona, dijo que “ahora está muy sucio, tiran basura, piedras, se sube gente a dormir, hay delincuentes y muchos drogadictos”.

El acueducto más largo de la ciudad
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También platicamos con el señor Fernando Calvillo, quien tiene 50 años de vivir cerca del acueducto, él afirma que la arquería se encuentra muy descuidada por parte de la delegación. Dice que varios vecinos se han apropiado incluso de algunas partes y hacen mal uso, un ejemplo de esto es un taller mecánico ubicado bajo tres de sus arcos en la colonia San Juan y Guadalupe Ticoman.

Lo que aun vemos de construcciones como esta nos hacen imaginar cómo era el abastecimiento de agua en varias partes de la ciudad siglos atrás y también nos invitan a reflexionar en lo difícil que sigue siendo, aún en nuestros días con todo y tecnología, hacer llegar el agua a cada rincón de esta enorme urbe.

El acueducto más largo de la ciudad
El acueducto más largo de la ciudad

Foto Antigua comparativa: Boston Public Library

Fotos antiguas: Colección Villasana-Torres y Archivo EL UNIVERSAL.

Fuentes: Historia de la hidráulica en México: Abastecimiento de agua desde la época prehispánica hasta el Porfiriato de Patricia Peña Santana y Enzo Levi. El Universal Ilustrado del 7 de enero de 1926 y 6 de mayo de 1926. “El Acueducto de Guadalupe” de José Rogelio Ruiz Gomar en Estudios acerca del arte novohispano, homenaje a la Dra. Elisa Vargas Lugo. Enciclopedia Seis Siglos de historia gráfica de México. “El Acueducto de Guadalupe, monumento histórico en riesgo” de Horacio Ramírez de Alba en Ciencia Ergo Sum, vol. 20, núm. 2.

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